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LAS TANGENTES A  LAS CURVAS MECÁNICAS
               En su  Geometría, Descartes había hecho una distinción entre curvas geomé-
               tricas y mecánicas. Las primeras tenían expresión en ecuaciones algebraicas,
               es  decir, polinomios. En  cambio, las  curvas mecánicas no tenían  tal  expre-
               sión; su  definición se daba a partir del movimiento de un punto de acuerdo
               con ciertas reglas. Descartes creyó imposible analizar las curvas mecánicas
               en  su  Geometría. En  cambio,  Fermat,  en  una memoria de 1640 sin  título
               abordó tres curvas geométricas, la cisoide, la concoide y el  folio de Descar-
               tes, pero también una curva mecánica: la cicloide, la «Helena de las curvas»,
               así llamada por la  atracción que ejercía. En  efecto, la cicloide es la respues-
               ta a una aparente paradoja de Aristóteles sobre la distancia que recorren
               dos puntos ubicados en  dos círcu los concéntricos que ruedan sobre una
               linea. Conceptualmente, la cicloide corresponde al movimiento de un punto
               en  una rueda conforme
               esta  se  desplaza.  Al
               analizar este problema,                 A
               Fermat se vio obligado,
               «con  el  propósito  de
               evitar irracionalidades»,
               según  sus  pa labras,  a
               adigualar el  segmento
               RB de la  tangente con
               el  segmento  RN  de  la
               curva. Comenzaba ya  a
               pensar en  términos de
               segmentos  arbi traria-
               mente pequeños.       H                 F                 G






                     de nuevo su gran poder. Todavía llegaría más lejos en años poste-
                     riores, prácticamente llegando al concepto de una distancia arbi-
                    trariamente pequeña en su tratamiento de la tangente a la cicloide,
                     es decir, quedándose en el borde mismo del cálculo diferencial.
                         Pero Fermat se dio cuenta a medias del gran poder de sus
                     herramientas.  Obsesionado, como todos sus contemporáneos y
                     como su maestro Vieta, en restituir la gran obra de los griegos, no
                     reparó en que su pensamiento había derivado por otros derrote-
                    ros, que había inaugurado una nueva forma de hacer matemáticas.






         122         CONTRIBUCIONES DE FERMAT AL CÁLCULO DIFERENCIAL E INTEGRAL
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