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Atrapado por el pasado, no logrará entender cabalmente la impor-
       tancia de sus logros.
           Recordemos, en efecto, que la derivada de un punto dado
       sobre una curva se define como la pendiente de la tangente en ese
       punto. Fermat no lo veía ...  porque en realidad no se le ocurrió
       tratar la pendiente como una ecuación. De hecho, no calculó pen-
       dientes.  Calculó subtangentes, es decir, la proyección de la tan-
       gente sobre el eje de las abscisas, concluyendo con razón que una
       vez calculada dicha proyección, dibujar la tangente era trivial. Se-
       guramente, es por esa razón que nunca apreció que la pendiente
       se puede expresar también como una curva definida por una ecua-
       ción. Fermat era incapaz de ver que existía una relación entre dos
       ecuaciones en dos variables, en la que la derivación es una fom1a
       de convertir una en otra. Sea como sea, tenemos que volver a la
       fecha en que el Methodus comienza a circular: la geometría analí-
       tica y las justificaciones de la Investigación analítica estaban en
       el futuro.  En el Methodus  solo hay recetas.  Entender y creer a
       Fem1at requería buena voluntad, y por las fechas en que circulaba
       el Methodus había un hombre muy malhumorado con Pierre de
       Fermat, y muy poco dispuesto a ofrecerle esa buena voluntad. Ese
       hombre era nada más y nada menos que Descartes.
           Descartes ignoraba la existencia de Fermat. En 1637, cuando
       apenas  comenzaba la correspondencia de  Fermat  con  París,
       había dado los toques finales a su célebre Discurso del método,
       que incluía como apéndices tres ensayos en los que intentaba
       ilustrar la potencia de su filosofía. Uno de ellos era la Dióptrica;
       otro, la Geometría, en la que por primera vez Descartes exponía
       su visión de la teoría de ecuaciones y la geometría analítica. Es-
       taba seguro de que nadie había hecho nada igual.  Envanecido,
       pensaba que había refundado la filosofía formulando las reglas
       del pensamiento correcto, e ilustrando cómo se aplicaban a la
       matemática y la física.
           Para entonces, Descartes ya había entrado en polémica con
       algunos matemáticos. La suerte quiso que dichos matemáticos fue-
       ran Roberval y el maestro de Fermat, Beaugrand, precisamente los
       amigos con los que Fermat contaba en esa época, cuando comen-
       zaba a ser conocido en los círculos de París. Descartes había criti-






                      CONTRIBUCIONES DE FERMAT AL CÁLCULO DIFERENCIAL E INTEGRAL   123
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