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cado duramente la Geostática de Beaugrand. A su vez, Beaugrand
había acusado a Descartes de haber plagiado la teoría de ecuacio-
nes de Vieta, su maestro. Según parece, Beaugrand había utilizado
además su puesto de secretario del rey, que daba las autorizacio-
nes de impresión, para escamotear una copia de la Dióptrica de
Descartes, que terminó en manos de Fermat antes de su publica-
ción, con lo que Mersenne se ganó la furia de Descartes.
Mersenne, preocupado, pidió a Fermat que no comentara el
tratado en público, sino que dirigiera toda la correspondencia a
través de él. Ignorando todo lo que había pasado, Fermat inter-
pretó esto como una petición de comentarios, así que, inocente-
mente, envió una carta en la que decía que la Dióptrica le parecía
el intento de un investigador de indagar, a tontas y a locas, en la
oscuridad, y que sus resultados eran el fruto de un argumento
circular: el autor habría tomado, de todas las opciones, solo la que
le permitía llegar a su conclusión, con lo que dicha conclusión
estaba contenida en las premisas. El caso es que, increíblemente,
Mersenne envió la carta de Fermat a Descartes, después de una
vacilación inicial. Más o menos al mismo tiempo, Descartes había
recibido una copia del primer tratado de Fermat, su reconstruc-
ción de los lugares geométricos planos de Apolonio. Siendo un
trabajo de juventud, Descartes lo desdeñó. Fermat, concluyó, ob-
viamente no estaba a su altura intelectual.
Descartes pensó que Fermat no había entendido su Dióptrica,
así que le recomendó, a través de l\'1ersenne, que la leyera bien,
añadiendo que si estudiaba también su Geometría podía llegar a
ser un aventajado alumno. Resulta evidente que Descartes había
subestimado a su oponente. Poco después recibiría copias del Me-
thodus y la Isagoge enviadas por Fermat, que tal vez había sentido
su orgullo herido y quería demostrar su valía. Seguramente, en ese
momento Descartes cayó en la cuenta de su error: Fermat no era
alguien a quien se pudiera despreciar, era un matemático de pri-
mera fila. De hecho, ¡había descubierto también la geometría ana-
lítica, de la que tan orgulloso estaba el propio Descartes!
En vez de reconocer el talento de su adversario, Descartes
pensó paranoicamente que Fermat era parte de una conspiración,
en la que también estaban sus odiados Roberval y Beaugrand,
124 . CONTRIBUCIONES DE FERMAT AL CÁLCULO DIFERENCIAL E INTEGRAL