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convirtió durante décadas en el pasatiempo de matemáticos aficio-
                     nados buscando el Grial que prometía la gloria y algún premio eco-
                     nómico  ( a  principios  del  siglo  xx,  Paul  W olfskehl instauró un
                     premio dotado con 100 000 marcos a quien demostrara o refutara
                     el último teorema de Fermat), pero las herramientas con que con-
                     taban estos aficionados, más o menos tan primitivas como las de
                     Fermat, se revelaron una y otra vez insuficientes para derribar el
                     muro. Si acaso, la invención de los ordenadores permitió intentar
                     la búsqueda de contraejemplos. Como se sabe, basta un solo con-
                     traejemplo, un resultado contrario ( en el caso de Fermat, encontrar
                     al menos una terna x, y y z naturales que cumplan la ecuación para
                     n > 2) para demostrar que el teorema es falso.  En cambio, si se
                     quiere demostrar que es verdadero no basta un millón de ejemplos.
                         Los ordenadores, cada vez más poderosos, permitieron de-
                     mostrar a principios de la década de 1980 que el último teorema
                     era verdadero para todos los valores de n hasta cuatro millones.
                     Pero eso no bastaba. Aunque la mayoría de los matemáticos esta-
                     ban convencidos de que el último teorema era verdadero, no se
                     puede afirmar un resultado por más casos afirmativos que lo res-
                     palden. Esto se comprobó espectacularmente con una conjetura
                     que formuló Euler en el siglo XVIII, que afirmaba que x + y + z = w  4
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                     no tenía soluciones naturales. Dicha conjetura se demostró falsa
                     mediante un contraejemplo en 1988, unos doscientos años des-
                     pués de la muerte de Euler. La ecuación tiene la siguiente solu-
                     ción: x=2682440, y= 15365639, z= 18796760 y w=20615673. Es
                     una especie de justicia poética que el hombre que refutó a Fermat
                     con sus primos haya sido refutado a su vez.
                         Pero  en  1983,  un  investigador  alemán llamado  Gerd  Fal-
                     tings dio un salto de gigante al demostrar que,  si existen solu-
                     ciones naturales a la ecuación de Fermat, el número de estas es
                     finito.  Esto no demostraba el teorema, que dice que el número
                     de soluciones es cero, pero era un avance significativo.  Proce-
                     damos con cautela,  aclarando que un número finito puede ser
                                                             ,
                     10 º  1 O 000  000  000  000 000 000 000  000  000  000  000  , llamado  «numero  de  Skewes»,
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                     que tiene que ver con la distribución de los números primos. Es
                     un número inconcebiblemente grande, muchísimo mayor que el
                     número de partículas en el universo, o incluso el número de po-





         52          LOS INTENTOS DE  DEMOSTRACIÓN DEL ÚLTIMO TEOREMA
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