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Marte  Tierra   Sol
       f


              Neptuno

                ----==::; ~----~:"-s::
               Dirección del movimiento






       mensidad del universo. El hecho de que la mayoría de los cometas   Todos los planetas
                                                                     se mueven en
       tardasen en regresar cerca de la Tierra mucho más tiempo que   un mismo plano
       duraba la vida del astrónomo no ayudaba a sospechar que, al igual   (el plano de la
                                                                     eclíptica) y  en
       que los planetas, podían trazar órbitas elípticas, cerradas.   un  mismo sentido,
                                                                     pero el  cometa
           El audaz Edmond Halley había descubierto en 1682 el cometa   Halley lo hace
       que lleva su nombre y conjeturado, a la vista de los datos orbita-  en una órbita
                                                                     altamente
       les, que era el mismo que había sido observado en 1531 y en 1607.   inclinada con
       El cometa regresaba tras un período de unos 75  o 76 años, reco-  respecto a este
                                                                     plano y en sentido
       rriendo una elipse muy alargada en tomo al Sol (véase la figura).   contrario
                                                                     (retrógrado).
       Halley predijo incluso su regreso para finales de 1758 o principios
       de 1759. En Francia, desde reyes a académicos ilustrados estuvieron
       todos pendientes del acontecimiento. Clairaut refinó -basándose
       en cálculos previos de D'Alembert, al que no citó, lo que exacerbó
       las envidias y los celos entre ambos- la predicción de Halley. La
       aparición del cometa el 25 de diciembre de 1758 confirmó la predic-
       ción de Halley quince años después de su muerte. Y,  de paso, fue
       otra prueba más de la fertilidad de la mecánica de Newton frente a
       la de Descartes. Quedaba fuera de toda duda que los cometas po-
       dían seguir órbitas elípticas, cerradas, aunque muy excéntricas.
           Los cometas estaban en la mente de los parisinos de la época.
       En 1773 Lalande, quien se consideraba a sí mismo «el astrónomo
       más famoso del universo» y se ufanaba de «ser tan feo como Só-
       crates»,  decidió  ocuparse de  ellos.  Este astrónomo libertino y
       ateo ferviente, capaz de comer arañas para demostrar que la arac-






                                       LA ESTABILIDAD DEL SISTEMA DEL MUNDO   45
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