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formado por el Sol, Júpiter y Sa-
turno; y el formado por el Sol, la - - - - - - - , L4: Aquiles
,,, ,.. '
TieITa y la Luna. Se trataba de ex- /
I I '
plicar el iITegular movimiento de I '
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nuestro satélite, así como el de los I I I ' \
grandes planetas del sistema solar. I / \
Si se atiende exclusivamente al -~- - - - - - -5~10'0 ~0~ - - - :~:~
1 L3 L, L2
efecto preponderante de la atrac- \ \ 60° I 1
\
ción gravitatoria del Sol (por ser el 1 '
astro de mayor masa), puede afir- ' ' ' '
marse que la órbita de cada pla- ' ' .:- ,,, / /
neta alrededor suyo sigue una _ - Ls
elipse. Pero si se toma en conside-
ración la atracción de los demás
planetas, la trayectoria elíptica queda perturbada, produciéndose En el punto
lagranglano L se
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desviaciones o desigualdades; pero, ¿son estas acumulativas o se encuentra Aquiles,
compensan a lo largo del tiempo? formando con el
Sol y Júpiter un
El objetivo era saber si las perturbaciones en el movimiento triángulo
equilátero (cuyos
elíptico de los planetas eran -por decirlo en los términos que em- ángulos miden
pleaban Lagrange y Laplace- periódicas o seculares. En el primer 60°). En el resto
de puntos
caso, las desviaciones en la órbita de los planetas irían compensán- lagranglanos
también se han
dose y neutralizándose entre sí a la larga, de modo que la órbita
encontrado
permanecería estable sin una variación fundamental. Las variacio- asteroides
troyanos CL, y L 2 ,
nes de tipo periódico harían, por tanto, que la órbita del planeta que están sobre
variase primero en un sentido y después en el opuesto, con lo que una recta,
corresponden
al final quedaría igual. En cambio, si eran seculares, las desviacio- a la solución que
encontró Euler).
nes irían acumulándose e incrementándose indefinidamente, aun-
que con extrema lentitud, hasta sacar al planeta de su órbita elíptica
y, en consecuencia, desestabilizar a largo plazo el sistema solar. Las
variaciones de tipo secular causarían, por tanto, que la órbita del
planeta variase en un solo sentido, terminando por descompen-
sarse. Como estas variaciones no se hacían apreciables sino en el
transcurso de los siglos, se las denominaba precisamente seculares.
Laplace tenía la convicción de que las principales perturba-
ciones que sufren las órbitas de los planetas (las relativas a su
forma y posición, es decir, a la excentricidad de la elipse y al plano
en que se encuentra confinada la órbita) no eran seculares sino
LA ESTABILIDAD DEL SISTEMA DEL MUNDO Sl