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había encontrado grandes velocidades de las galaxias espira- ·
                     les,  alentado por su mentor,  el millonario visionario Percival
                     Lowell.  Las velocidades eran siempre positivas, salvo algunas
                     excepciones, entre ellas la de Andrómeda.  Slipher pensó que
                     estas velocidades eran resultado del movimiento del Sol y que,
                     cuando se hicieran más medidas en el hemisferio sur, aparece-
                     rían más velocidades negativas. Pero si el Sol se movía hacia un
                     punto, un «apex», por ajuste se podían descomponer los movi-
                     mientos observados en un movimiento del Sol con respecto a
                     las nébulas, más un movimiento residual que resultaba ser de
                     expansión. Una serie de autores -entre los que se encontraba
                     Adams- detectaron un movimiento de expansión neto. El movi-
                     miento del apex con respecto a las nébulas acabó incluso siendo
                     descartado.  Puede decirse que fue  Slipher quien descubrió la
                     expansión.
                         Albert Einstein (1879-1955) enunció la relatividad general en
                     1915 y un año más tarde formuló su primer modelo estático del
                     universo. Ese mismo año (1916),  De Sitter publicó en la revista
                    Monthly Notices of the Royal Astronomical Society otro modelo
                     del universo en el que suponía que la densidad de materia era
                     despreciable. Este universo no era estático, sino que estaba en
                     expansión. Con él, se presentaba la proporcionalidad distancia-ve-
                     locidad: la ley de Hubble. En él se predecía claramente que «para
                     objetos a  muy grandes distancias debíamos esperar grandes y
                     muy grandes velocidades radiales». La relación entre velocidades
                     y distancias debería ser lineal, del típo v=Kr.
                         Pero en aquellos tiempos no había métodos para calcular bien
                     las distancias.  Las más lejanas serían estadísticamente más pe-
                     queñas. El astrónomo alemán Carl Wilhem Wirtz (1876-1939), del
                     observatorio de Estrasburgo, se dio cuenta de que las velocidades
                     radiales eran mayores cuanto más pequeñas ( angularmente) eran
                     las nébulas espirales. Lundmark, uno de los astrónomos más aco-
                     sados por Hubble, buscó la relación de De Sitter, con la hipótesis
                     de que las nébulas tenían el mismo tamaño real, de forma que el
                     tamaño angular fuera inversamente proporcional a la distancia.
                    Lundmark concluyó que la fórmula de De Sitter era cierta, aunque
                    no de una forma muy clara.






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