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simplificar algunos cálculos formales, que apareció aquí sin que
nadie lo esperara. Esta es otra particularidad de la mecánica cuán-
tica en comparación con la clásica.
En el mes de septiembre Bom y Jordan enviaron una copia
de su trabajo a Heisenberg, que ya estaba en Copenhague. Se lo
mostró a Bohr diciéndole: «Está lleno de matrices y yo no tengo
ni idea de lo que son». Pero tuvo que estudiar a marchas forzadas
álgebra de matrices en libros especializados. Por correo, trabajó
con Bom y con Jordan para completar la fommlación rigurosa de
la nueva mecánica. El resultado fue un artículo enviado en no-
viembre de 1925 titulado «Sobre la mecánica cuántica II», fir-
mado por Bom, Heisenberg y Jordan, en orden alfabético. Se
trata del famoso «Dreimannerarbeit» (trabajo de los tres hom-
bres), que se convirtió en el tratado fundamental de la nueva teo-
ría para quienes pudieran seguir los desarrollos matemáticos.
Contenía los postulados básicos iniciales de la teoría cuántica
presentados en la nueva formulación: existencia de estados esta-
cionarios de energía en los átomos y saltos cuánticos entre esta-
dos acompañados de emisión o absorción de luz. Los autores se
refieren a su teoría como «la verdadera teoría del discontinuo».
En principio, permitía calcular cualquier sistema con movimien-
tos periódicos, en estrecha analogía con la mecánica clásica.
Todas las intrigantes propiedades de los átomos podían obte-
nerse ahora a partir de la nueva mecánica matricial. De hecho,
Pauli y Dirac, separadamente, no tardaron en aplicarla al átomo
de hidrógeno.
Pero esta mecánica matricial no fue bien acogida por mu-
chos físicos, lo que no ha de extrañar mucho visto que la mayoría
ignoraba qué era una matriz. Por ejemplo, Einstein escribió a su
amigo Besso:
El resultado teórico reciente más interesante es la teoría de los
estados cuánticos de Heisenberg, Born y Jordan. Una verdadera
tabla mágica de multiplicar, donde matrices infinitas reemplazan
las coordenadas cartesianas. Es ingeniosa en extremo y, gracias a
su enorme complejidad, está lo suficientemente protegida contra
refutaciones.
LA INCERTIDUMBRE CUÁ NTICA 79