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ordenadores no la desmienten. Sin embargo, la confirmación o no
de las conjeturas de Gauss habría que hacerla mediante demostra-
ciones matemáticas: no se podía dejar a su comprobación expe-
rimental, porque por más larga que fuese la tabla de números
primos construida, siempre se tendría la duda de si al aumentar el
alcance de las tablas seguiría dándose la misma ocurrencia. Para
los matemáticos, que se pueda comprobar experimentalmente
para números inimaginables por su tamaño no es suficiente. Es la
diferencia de las matemáticas con otras ciencias y no parece que
se vaya a renunciar a ella.
En la comprobación de las conjeturas de Gauss tendría un
papel destacado quien posiblemente fue su mejor alumno, Bem-
hard Riemann.
LA HIPÓTESIS DE RIEMANN
En 1809, Wilhelm van Humboldt (1767-1835) se convirtió en mi-
nistro de Educación de Prusia y revolucionó el sistema educativo.
El estudio de las matemáticas constituyó por primera vez una
parte importante de los nuevos Gymnasiem y universidades; se
animaba a los estudiantes a estudiar matemáticas por su valor en
sí mismas, y no solo como ciencia auxiliar al servicio de otras
disciplinas. Esta actitud contrastaba con la que se había tenido
durante el dominio francés, donde el conocimiento utilitarista era
el que primaba. Uno de los beneficiados por este cambio de acti-
tud fue Riemann, que había nacido en 1826 y era uno de los estu-
diantes de matemáticas más dotados del momento en Alemania.
Cuando terminó sus estudios en Luneburgo, en el estado de Han-
nover, se matriculó, en 1846, en la Universidad de Gotinga por
deseo expreso de su padre, un eclesiástico que prefería esa uni-
versidad porque en ella se enseñaba teología. Esta decisión pon-
dría en contacto a Riemann con un Gauss ya anciano. De hecho,
poco después de llegar, su padre hubo de dar permiso al joven
Bemhard para cambiar los estudios de teología por los de mate-
máticas. Riemann completó su formación en la Universidad de
PONIENDO ORDEN ENTRE LOS NÚMEROS PRIMOS 113