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EL  MISTERIOSO VAGAR ERRANTE DE LOS PLANETAS


       El canúno que llevó a Newton a elaborar los Principia fue largo,
       y comenzó durante la reclusión en su casa natal con motivo del
       cierre de la universidad por la epidemia de peste de 1665.
           Los primeros meses de esa estancia en Woolsthorpe, Newton
       estuvo mayormente dedicado  a su idilio  con las matemáticas,
       fruto  del  cual  resultó  su  concepción  del  cálculo  infinitesi-
       mal - que no desarrollaría plenamente hasta tres o cuatro años
       después- . Sin embargo, a principios de 1666, empezó a dedicar
       tan1bién tiempo a los asuntos relacionados con la mecánica. Mo-
       tivado por sus lecturas de Descartes y Galileo, empezó a manejar
       lo que después él mismo acuñaría como «principio de inercia»,
       según el cual un cuerpo tendía a mantener su situación de movi-
       miento salvo que algo la modificara.
           Siguiendo a Descartes, inició un estudio del movimiento cir-
       cular, y en este contexto trató de entender y resolver los proble-
       mas que  el sistema copemicano imponía al  movimiento  de la
       Tierra y los otros planetas - recogidos por Galileo en sus Diálo-
      gos-. Newton planteó el problema del movimiento planetario
       dentro de la teoría de vórtices cartesiana -que había estudiado
      por su cuenta en los años anteriores de formación en Cambridge-
      Y,  por tanto, partiendo de una ley de inercia rectilínea y el par
       gravedad-fuerza centrífuga para modificar las trayectorias rectas,
      tal y como tan1bién había hecho el astrónomo y matemático neer-
      landés Christiaan Huygens (1629-1695). Huygens fue el primero
      que cuantificó la tendencia de los cuerpos en movinúento circular
      a alejarse del centro. Llamó a esta tendencia «fuerza centrífuga»
      en su trabajo De vi centrifuga, publicado en 1673, y con ella pre-
      tendía explicar fenómenos naturales tan fundamentales como el
      movimiento de la luz o la gravedad de los cuerpos. Así pues, con
      este planteamiento inicial1 Newton otorgaba más relevancia a la
      tendencia de los planetas a separarse - la fuerza centrífuga- que
      al poder de atracción del Sol, y haciendo entrar en juego la tercera
      ley de Kepler, consiguió encontrar que las fuerzas centrífugas ge-
      neradas por los planetas variaban inversamente al cuadrado de
      sus distancias al Sol.





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