Page 136 - Edición final para libro digital
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—Lo comprendo, no se preocupe y cumpla con su obligación.
Una vez terminado el registro, el patriarca de los Kachka pudo
continuar hasta el edificio principal, frente al cual aparcó su vehí-
culo y fue sometido a una nueva inspección, consistente esta vez en
un riguroso cacheo, antes de ser acompañado por otro funcionario
hasta el despacho del director de la prisión. Al llegar a la primera
planta le ordenaron esperar en el pasillo, mientras su acompañante
entraba en la estancia principal del centro penitenciario. Al cabo de
pocos minutos salió el funcionario y le pidió que entrase.
—Puede usted pasar —le dijo.
—Gracias —respondió Kachka penetrando en el despacho y ce-
rrando la puerta tras él.
—Buenas tardes. ¿Es usted el señor David Kachka? —le pregun-
tó el director retóricamente.
—Sí señor, soy yo. Buenas tardes.
—Así me lo han anunciado. Tome asiento, por favor —le invitó
el anfitrión, señalándole una butaca frente a su escritorio.
—Muchas gracias.
—Mi nombre es Aarón Salem, y como ya sabrá soy el director de
esta prisión. Me ha dicho el supervisor que es usted el abogado de
los hermanos Hasbúm.
—Así es, y desearía poder hablar con ellos.
—Para poder permitirle hablar con ellos necesito comprobar que
posee usted las autorizaciones correspondientes. Nadie me ha co-
municado que los Hasbúm tuviesen abogado hasta este momento.
—David Kachka abrió su portafolio y extrajo del mismo un do-
cumento que ofreció a Salem. El encargado de la prisión lo leyó,
y sin decir palabra, pulsó el botón del interfono para llamar a un
subalterno.
—Señor Fingerhut, pásese por mi despacho.
—En seguida señor director —respondió una voz al otro lado.
En unos minutos se presentó en el despacho Catriel Fingerhut,
supervisor del módulo donde permanecían Nabir y Sabil Hasbúm.
Acompañado por el jefe de módulo, David Kachka fue conducido
hasta un cuarto de visitas, al cual, al poco tiempo, llegaron custodia-
dos por dos funcionarios los hermanos de Fatma.
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