Page 251 - Edición final para libro digital
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se encargaba de llevar a cabo los preparativos para el funeral de la
bienquerida Saida.
Al día siguiente, justo a las diez de la mañana, llamaron al timbre
del apartamento. Eran los inspectores Masen y Saban, que, cum-
pliendo con exactitud su palabra, solicitaban poder hablar con la
joven abogada. La señora Levsky les atendió con diligencia, invitán-
doles a un café mientras iba a buscar a Fatma que, a pesar de haberse
levantado ya, permanecía en su cuarto. No había querido desayunar
y continuaba aún muy afectada por lo sucedido a los Maher. Por
primera vez en mucho tiempo, desde que mataran a su padre, Fatma
se encontraba realmente sola.
Durante sus años en la universidad siempre se había sentido
amparada; bien fuese por sus profesores, especialmente Adina, bien
fuese por sus amigas; la mayoría de ellas procedentes también de la
Franja. Luego conoció a los Maher, y para completar su felicidad y
hacerle olvidar sus peores momentos, llegó Ariel, el hombre de su
vida. Pero cuando creía haber superado ya sus desgracias y alcanzado
la felicidad junto al joven abogado, todo se torcía radicalmente. En
muy poco tiempo había perdido su trabajo, se sentía víctima de la
desestima y perdía, en muy pocos días, a las dos personas que más
cariño le habían brindado desde que se quedara huérfana. Pero el
colofón a sus desgracias podría llegar en cuanto Ariel regresase de
Ascalón. Fatma estaba cada día más convencida de que su embarazo
habría de provocar la espantada del recientemente ascendido capi-
tán.
A pesar de todo cuanto le estaba ocurriendo, no se podía ima-
ginar que otro inminente problema estaba a punto de condicionar
su vida.
—¿Desean tomar un café mientras voy a buscar a Fatma? —le
preguntó la señora Levsky a los policías.
—Agradecidos, pero no. Sólo queremos hablar con la muchacha.
Los inspectores tomaron asiento en el sofá mientras la anfitriona
fue en busca de Fatma.
A los pocos minutos aparecieron las dos mujeres en el salón. En
la becaria se podían apreciar claramente los efectos de los sedantes, y
sus ojos lucían irritados y con signos evidentes de un intenso llanto.
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