Page 253 - Edición final para libro digital
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ción. Al ver a su casera en aquella situación, su desesperación fue tal
                 que estaba demasiado nerviosa para fijarse en los detalles.
                    —No he visto nada. Estaba demasiado alterada como para bus-
                 car ninguna nota.
                    —Pues creo que debería leerla. Está dirigida a usted.
                    El inspector entregó el papel a la muchacha; quien lo recogió con
                 mano temblorosa, cual si temiese que leer aquella nota habría de ser
                 para ella un problema añadido a los muchos que ya tenía.
                    Desdobló el arrugado pliego y comenzó a leerlo en silencio.


                    «Para Fatma:
                    Lamento que lo que estoy a punto de hacer añada más sufrimien-
                 to a tu pena, pero mi voluntad de reunirme con Abdud es mucho
                 más poderosa que mis ganas de vivir. Sé que puedo parecerte egoísta
                 por abandonarte de esta manera, pero a mi edad, y con mis acha-
                 ques, tan sólo te resultaría un problema. Como te dije alguna vez,
                 mi vida sin Abdud no tiene sentido, y mucho menos siendo una
                 carga para ti. Eres muy joven y bella. Pronto regresará tu prometido
                 y podrás ser feliz a su lado. No te dejes llevar por los malos pensa-
                 mientos. Todo saldrá bien, ya lo verás.
                    Unas semanas antes de morir Abdud dejamos hecho el testamen-
                 to. Todo cuanto poseemos es para ti. Así lo quería también él. Has
                 sido para nosotros como la hija que no hemos podido tener, y eres la
                 única persona en este mundo que se ha merecido realmente nuestro
                 cariño.
                    Quisiera que me perdones por esto. Sé que tú jamás lo harías.
                 Pero créeme, para mí es lo mejor que puede suceder. Al fin y al cabo,
                 por ley natural poco tiempo más debería estar en este mundo. De
                 esta forma tan sólo precipito un poco los acontecimientos y no hago
                 esperar tanto a mi querido Abdud.
                    Sé muy feliz y recuérdanos siempre con amor.
                    Te querremos por siempre y estaremos guardándote desde el cie-
                 lo.
                    Saida.»
                    Al terminar la lectura, Fatma besó la hoja de papel, haciendo
                 que la tinta se corriese al contacto con sus lágrimas. Durante unos

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