Page 160 - De la luz a las tinieblas
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Agradecieron  entonces  haber  incluido  la  rústica  soga
          entre sus prioridades logísticas. Andrés había contado con la
          posibilidad de afrontar complicados obstáculos, y no había
          errado en sus previsiones. Necesitaron hacer uso de la cuerda,

          en  más  de  una  ocasión,  para  superar  las  escarpadas
          pendientes.  La dificultad para moverse en aquel terreno de
          escarpadas  laderas  y  peligrosos  barrancos  ralentizó
          drásticamente su avance.
              Ascendieron,  con  mucha  dificultad,  aprovechando  al
          máximo  los  abruptos  desfiladeros  que  surgían  de  vez  en
          cuando entre los peñascos. Con la visibilidad tan limitada, y
          en tan agreste superficie, el ascenso se volvía mucho más
          complejo. A su paso se alzaban insalvables escollos, que los
          obligaban a emplear toda su pericia en la escalada.
              La ascensión fue sumamente dura y tediosa. Después de
          una interminable y agotadora jornada, alcanzaron por fin la
          cima de la infernal montaña.
              Desde  lo  alto,  divisaron  bajo  sus  pies  un  inmenso

          acantilado, casi vertical. Los pocos metros que alcanzaban a
          distinguir entre la bruma, daban una idea de lo incierto que
          podría ser el descenso. Sin duda, sería muy complicada la
          bajada.
              Pero  ya  pensarían  la  manera  de  enfrentarse  a  ese  reto,
          después de un muy merecido descanso.
              Para  su  desdicha,  tendrían  que  alimentarse  del  racorán
          que llevaban en las sacas. En aquel rocoso paraje, no había la
          menor posibilidad de conseguir presa de caza alguna.
              Andrés  volvía  a  estar  preocupado.  Al  abandonar  los
          bosques,  las  posibilidades  de  subsistir  cazando  se



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