Page 161 - De la luz a las tinieblas
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desvanecían. Las provisiones podrían no ser suficientes si su
viaje se prolongaba más de lo esperado. Tan solo le quedaban
suministros para un par de días.
La idea de padecer sed y hambre los aterraba.
Supuestamente, la inmortalidad formaba parte de su
existencia en aquel lugar, pero el sufrimiento era inevitable
si no mantenían las pautas de supervivencia.
Además de las consecuencias psicológicas, y del
sufrimiento derivado de la falta de nutrientes, su capacidad
física se vería considerablemente mermada. No tendrían
fuerzas suficientes para seguir adelante.
Después de haber dormido, y con renovada energía,
levantaron el campamento y se dispusieron a buscar la mejor
ruta para descender.
Sin conocer la distancia hasta el fondo, la posibilidad de
descender con la cuerda fue descartada. No podían saber si la
longitud de la misma sería suficiente para llegar a la base del
precipicio.
Tenían que encontrar otra solución. Se echaron a andar a
lo largo de la cima, bordeando el vacío. Con la esperanza de
hallar una zona transitable que les permitiese bajar a pie.
Marcharon durante varias horas, hasta que la estrecha cresta
comenzó a extenderse en una suave pendiente. Continuaron
por aquel desnivel hasta llegar a un sendero, que serpenteaba
entre enormes peñas. Un camino peligrosamente inclinado,
pero accesible con la suficiente cautela.
Iniciaron el descenso. En fila india, unidos entre sí por la
cuerda. Si alguno resbalaba, las posibilidades de despeñarse
serían menores. De ocurrir un percance de tales
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