Page 48 - El toque de Midas
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Las referencias de Robert provienen del combate y el entrenamiento militar, y como yo asistí a una
  escuela militarizada, creo que tengo una visión de lo que se requiere para ser piloto del Cuerpo de

  Infantería  de  Marina.  Los  comentarios  de  Robert,  sin  embargo,  son  para  todo  mundo  —haya
  pertenecido  o  no  al  ejército—,  porque  el  enfoque  resulta  fundamental  para  el  éxito  y  la
  supervivencia.
        Todo esto me trae a la mente a un reportero que me visitó en las oficinas de la Organización
  Trump,  y  se  refirió  a  su  experiencia  como  “Un  día  en  las  trincheras  con  Donald  Trump”. Aquel

  reportero lo definió así porque se dio cuenta del ahínco y la velocidad con que laborábamos. Yo
  mismo he comparado en varias ocasiones los negocios con una zona de combate porque, en ambos
  casos, todos tus sentidos deben estar alerta y tú enfocado al cien por ciento.

        Anteriormente  mencioné  que  la  falta  de  enfoque  me  hizo  meterme  en  problemas  financieros
  inmensos a principios de la década de los noventa. Tú no trates de aprender esta lección por las
  malas como yo lo hice. También toma en cuenta la gran paradoja respecto a este tema: para tener
  éxito,  tu  enfoque  debe  ser  suficientemente  amplio  y  pensar  en  grande  al  mismo  tiempo.  En  este
  capítulo analizaremos cómo es posible.

        La mayoría de la gente ha escuchado hablar de la Torre Trump porque es una de las atracciones
  turísticas más importantes de la ciudad de Nueva York pero, además, es un gran ejemplo del poder
  del enfoque.

        La torre se inauguró en 1983, pero hay toda una historia antes de esa fecha. Como es típico en
  mí, estaba tan interesado en que todo saliera bien, que yo mismo fui hasta una cantera en Italia para
  buscar las losas adecuadas de Breccia Pernice, un raro y muy hermoso mármol de forma irregular.
  Con cinta de aislar fui marcando las mejores losas. Las demás, se las venderían a alguien más.


  Saga de la Torre Trump: Parte I

  Por supuesto, la anécdota de las losas italianas tuvo lugar mucho después, cuando la torre ya estaba

  en construcción. Antes de eso, hay una larga historia. Me tomó casi tres años recibir respuesta del
  hombre que administraba el terreno que deseaba comprar. Pero no sólo le envié una carta o le hice
  una  llamada  telefónica  en  ese  tiempo;  fueron  cientos.  Mi  tenacidad  se  vería  recompensada  más
  adelante,  pero  pasaron  casi  tres  años.  Robert  ya  mencionó  el  “salto  de  fe”  que  deben  dar  los

  empresarios, y te puedo decir que el mío no fue tanto un salto como un periodo muy prolongado en
  que tuve que aferrarme al plan.
        Quería construir la Torre Trump en el terreno adyacente a la joyería Tiffany’s, por lo que debí
  convencer a su gente de que me permitiera adquirir sus derechos aéreos y sus derechos para construir

  un rascacielos, casi encima de la tienda, por cinco millones de dólares. Esas maniobras legales, a su
  vez,  impedirían  que  alguien  más  pudiera  demoler  Tiffany’s  después  y  construir  otra  torre  que
  bloqueara las vistas panorámicas desde la mía.
        Luego obtuve los permisos de rezonificación. Por alguna razón, para hacer estos trámites, era

  indispensable  contar  con  la  aprobación  para  poseer  los  derechos  aéreos,  pero  el  señor  Hoving,
  ejecutivo  de  Tiffany’s  a  cargo  de  ese  asunto,  se  había  ido  de  vacaciones  un  mes.  Dijo  que  me
  contactaría a su regreso. Si bien había una buena cantidad de trabajo que podía realizar durante ese
  mes, era imposible seguir adelante sin saber si me habían otorgado los derechos o no. Por suerte, a

  Hoving le agradó mi idea, me dio su palabra de que los tendría y la cumplió.
        Luego surgió otro requisito en cuanto a zonificación, que le exigía al desarrollador un mínimo
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