Page 111 - Luna de Plutón
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entrecerrando los ojos, fijándose en la pantalla—. ¿No es esa la Hermandad Federal de
Planetas Unidos?
—Así es. Ahora ese asqueroso bastardo va a tener todo lo que en verdad se
merece.
—Disculpe pero ¿cuál bastardo? —preguntó Knaach, abriendo mucho los ojos.
—Metallus del Titanium —contestó Panék—, el rey de los ogros.
«¿El… padre de Claudia?», pensó Knaach, con un nudo en la garganta.
El silencio, si era posible, se hizo más rotundo, a medida que todos los presentes
se acercaban. Veían el pórtico de los jueces de la Hermandad Federal. Todos vestían
túnicas largas y negras, en un sepulcral silencio, sosteniendo carpetas que contenían
evidencias.
—Pero espere, ¿se está refiriendo al presidente de Ogroroland? —preguntó
Knaach, con un hilo de voz.
—¿Presidente? —se mofó Hermoso—. Querrás decir dictadorzuelo, porque eso es
lo que él es.
—Antes de que ocurriera el desastre de la nube tóxica, Iapetus oprimía a Titán. De
eso hace muchos años ya, pero será muy difícil olvidarlo, pues fueron tiempos
terribles —reflexionó el mayordomo, suspirando—. La ocupación de Metallus
Titanium se llevó la vida de muchos elfos. Entre ellos, la esposa de Panék, y la madre
de los niños.