Page 115 - Luna de Plutón
P. 115
—Las palabras de Marion habían dado más resultado del esperado —reflexionó
Panék, viendo hacia la ventana—, pues quien se bajó a recibirnos fue el mismo líder
de los ogros, Metallus del Titanium.
Los elfos no se habían separado, permanecían juntos, inalterables, y así esperaron
treinta minutos. Una plataforma se abrió desde el centro de la nave nodriza, y de ahí
empezó a descender, como si fuese un ascensor mágico, una plataforma circular,
bañada por un tubo de luz que venía de arriba.
Escoltado por dos ogros, que vestían armaduras doradas y eran todavía más
grandes y complejas que la de los soldados que tenían enfrente, un tipo enorme, de
por lo menos siete metros, con una armadura azul y blanca, se aproximaba.
Tropas con cientos de ogros veían desde lo lejos a Metallus, inquietos y
murmurantes, pues este parecía estar muy confiado de sí mismo como para recibir
personalmente a los elfos. Y si el rey había decidido acercarse a ellos llevando escolta,
era solo por puro protocolo y elegancia.
Uno de sus generales, un ogro de barba larga y blanca, llamado Rockengard, veía
la situación desde lo lejos, con los brazos cruzados.
—¡Retírense! —ordenó Metallus a los guardias, quienes obedecieron de
inmediato, reemplazados por los de armadura dorada.