Page 117 - Luna de Plutón
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algún negocio extra.

       Metallus movía su barba negra de un lado y otro, signo de que estaba pensando.
       —¡¿Así que quiere negociar, verdad?! ¡¿Qué le parece si acordamos una cantidad

  en Ias?!

       —Disculpe, pero no sé a qué se refiere.

       —¿¡No sabe lo que son los Ias!? ¡Es la moneda de Iapetus, y por mucho, la de
  mayor valor en el Sistema Solar!

       —A nosotros no nos interesan los Ias, tampoco nos interesa ningún otro tipo de

  dinero.

       Los enormes guardaespaldas se vieron entre sí.
       —La sociedad élfica no está regida por el intercambio de dinero para obtener los

  bienes que nos sustentan, o por ningún símbolo económico.

       —¡Ay qué asco, son comunistas! —exclamó uno de los guardias, horrorizado.
       —¡¡Cierra la boca, marmota!! —le ordenó Metallus.

       El líder de los ogros observó fijamente a Marion.

       —¡En ese caso podemos hacer un intercambio de bienes! ¡¿Qué les parece si les
  damos tierra a cambio?! ¿¡Conocen las propiedades que tiene la tierra de Iapetus!?

       Fue entonces cuando el más anciano de los elfos habló.

       —Pero  el  75%  de  los  frutos  y  vegetales  de  Titán  vienen  expresamente  del  mar.

  Son regalos que la naturaleza nos da cada año. ¿Cómo vamos a sembrar su tierra en el
  mar? No vale la pena…

       —¿¡Y qué tal si los proveemos de metales!? ¡Tenemos muchas variedades! ¡Oro,

  platino! ¿Qué tal diamantes? ¿Les gustan los diamantes? ¡Negro, blanco, rojo, azul!

       Esta vez fue el joven elfo del modesto saco de esferas de platino el que se encargó
  de negar lentamente con la cabeza.

       —¡Se  ve  que  ustedes  necesitan  tecnología  para  sus  gentes!  —dijo  entonces

  Metallus—. ¡Podemos hacerles la vida más fácil! ¿¡Quieren intercambiar tecnología
  por el agua!?

       —Tenemos  la  que  necesitamos  —aseguró  otro—.  En  el  exterior  parecemos  un

  pueblo rural, pero le puedo asegurar, su excelencia, que vivimos como usted nos ve

  porque así es como nos gusta.
       El líder de Ogroroland se estaba quedando sin opciones.

       —¡Muy bien! —dijo, después de una larga pausa—. ¡¿Qué tal si ustedes colocan

  el precio, sea lo que sea que ustedes quieran?!

       Marion dio un paso al frente.
       —Le  prometo  que  lo  pensaremos,  Metallus.  Mientras  tanto,  sé  con  certeza  que
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