Page 113 - Luna de Plutón
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Para la noche, ya se habían bajado pequeñas tropas de la inmensa fortaleza. Los

  ogros eran personas enormes, de contextura gruesa, algunos llevaban barbas, y tenían
  ojos  pequeños.  Estaban  vestidos  con  armaduras  complicadas  y  pesadas.  Conducían

  inmensas  máquinas  taladoras  que  despedazaban  los  árboles  que  rodeaban  los

  pequeños lagos. Alrededor de estos, había científicos apostados en cuclillas, tomando

  muestras del agua.
       Para el amanecer, los elfos habían visto, atónitos, cómo una maraña de intestinos

  negros emergía de la panza de la nave principal, y los ogros se conglomeraban para

  amarrarlas  a  sus  enormes  camiones,  estirándolas  y  llevándolas  hasta  donde  había

  agua. Aquellos eran tubos, y no se tomaban más de veinte minutos en aspirar lagos
  enteros.

       Mientras tanto, en el poblado, decidieron organizar una comisión para hablar con

  los visitantes.
       —Incluso hasta ese punto —reflexionó Panék, haciendo un alto a su historia—,

  queríamos  establecer  un  vínculo  diplomático  con  ellos.  Hablar  un  poco,  darles  una

  bienvenida apropiada, y negociar nuestro agua. Iapetus era poderosa gracias a su tierra
  tan magníficamente fértil, sin embargo, esta apenas valía la mitad de su valor si no era

  fertilizada con el agua de Titán, que tiene minerales únicos en el universo, y posee

  propiedades curativas.

       Una comisión de elfos (entre ellos Panék) fue elegida rápidamente para ir a hablar
  con los extraños visitantes. Uno de los elfos más jóvenes llevaba también un saco con

  esferas de platino.

       —¿Para qué llevas eso contigo? —preguntó uno de los ancianos.

       —Puede ser que les interesen también nuestros metales, Titán tiene más cosas que
  explotar de lo que crees —contestó.

       Y  caminaron  a  través  del  campo,  hasta  llegar  a  los  dominios  del  enorme  disco

  espacial, que abarcaba todo el panorama, y era mucho más alto que el Palacio Central
  de Hamíl, lugar donde vivían los leones Hermoso y Precioso. Fueron alumbrados por

  un gran círculo de luz, como si fuesen prisioneros que están intentando escaparse de

  una cárcel. Marion, una elfa de cabellos larguísimos y dorados, como hebras de oro,

  decidió que lo mejor era quedarse de pie y no avanzar un paso más.
       Las pupilas de sus hermosos ojos violeta se contrajeron hasta ser pequeños puntos

  negros,  levantó  un  brazo  para  colocarlo  en  su  frente,  a  fin  de  que  la  luz  no  la

  encegueciera. No tardaron en llegar unos sujetos enormes, parecían tanques de guerra

  vivientes,  con  enormes  armaduras  de  combate  que  llevaban  hombreras  triples,
  ornamentas alrededor del cuerpo, bisagras de oro en los puños, y nudillos compuestos
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