Page 123 - Luna de Plutón
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METALLUS ES CONDENADO
A pesar de que Claudia se había despertado hacía unos cinco minutos, no podía
abrir los ojos, y ello se debía a que no se acostumbraba a la luz. Su cerebro
adormecido apenas había cobrado la suficiente lucidez para darse cuenta de que no
estaba muerta, y que tampoco se hallaba en su cama, en Iapetus.
Escuchaba unos pasos familiares que iban de aquí para allá, muy cerca de ella.
—¡Vamos, levántate, niña atolondrada, que ya sé que estás despierta! ¡No tienes
idea del lío en que estamos!
La voz también era familiar, pero no conseguía recordar nada. Se hallaba
demasiado atontada. Lentamente se sentó sobre la colcha, poco a poco, como un
cadáver inmenso que regresa a la vida. Inmediatamente sintió un paño húmedo, muy
caliente, restregándole los ojos.
—A ver si quitándote las lagañas de piedra que tienes abres los ojos. Allá afuera
hay por lo menos treinta jueces que quieren hacer trizas a tu padre, y puedes estar
segura de que a ti también te llamarán al estrado para compadecer.
—¿D… D… Dónde estoy?
—En la luna Elara, tonta, te encuentras en la Hermandad Federal de Planetas
Unidos. Me extraña que después de este escándalo todavía se dignen a reservarnos un
ala especial con dormitorio.
La niña abrió los ojos de golpe. Su visión confirmó en segundos lo que sus oídos
no pudieron en minutos: frente a ella estaba un ogro joven, fuerte, con la cara muy
limpia, afeitada, de barbilla redonda y mejillas blanquecinas, cabellos negros peinados
hacia un lado y unos anteojos.
—¡Calizo!
—Sí, yo mismo.
Claudia se lanzó a abrazarlo.
—¡No tienes idea de todo lo que ha pasado, Calizo!
—No, tú eres la que no tienes idea de todo lo que está pasando, niña.
El ogro la tomó de la cintura y la sentó nuevamente en la cama, con facilidad.
—El plan para dejar tuerto a Gargajo no solo salió horriblemente mal, no solo es
de conocimiento público que los ogros planeamos todo, sino que además, ahora nos
acusan de haberlo matado. ¿Me puedes decir qué diablos sucedió allá arriba, Claudia?