Page 124 - Luna de Plutón
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A la niña le entró un frío mortal que le congeló el alma.

       —Oh, ay, ay, dios…
       —No has causado solo un lío, sino un desastre, un desastre descomunal. Dime

  qué pasó arriba.

       —Quería… Quería cumplir la misión de Kannongorff, quería ir y dejar tuerto a

  Gargajo en su lugar.
       —¡Qué idiotez más grande!

       —Pero no lo maté yo, Calizo, tienes que creerlo. No he sido yo, no he sido yo.

  ¡No he sido yo!

       —Por supuesto que no, fue el agente especial Kannongorff quien lo mató.
       —¡NO!

       El ogro se echó para atrás involuntariamente, abriendo bien los ojos y observando

  a la chica fijamente.
       —¡No fue Kannongorff! ¡Él… Él…! ¡A Gargajo no lo mató ningún ogro! ¡Fue

  alguien que abrió un boquete en la nave y emergió del espacio! Ay, Calizo… Ay…

       —Claudia, siempre te he querido mucho, lo he hecho desde que eras un pequeño
  pedrusco en los brazos de tu padre, pero te advierto que nuestra amistad se va a hacer

  polvo si me mientes, más si me estás viendo cara de tonto.

       —¡Yo  lo  vi!  —exclamó  alterada,  a  punto  de  llorar—.  Yo  vi  cómo  lo  hizo.

  Kannongorff estaba muerto, y eso también lo vi, él murió en el tren aéreo. Calizo se
  colocó en cuclillas, frente a ella.

       —Primero,  deja  de  llorar,  no  es  así  como  debe  lucir  la  hija  del  rey,  ni  siquiera

  frente a un montón de burócratas de otras lunas.

       Claudia se secaba los ojos con el reverso de las manos, sintiendo un terrible dolor
  de cabeza. Una lágrima le había bajado hasta el mentón.

       —Segundo, lo mismo que te he preguntado yo, te lo preguntarán allá afuera. ¿Es

  eso lo que les vas a decir?
       La niña hizo un pequeño puchero, y se quedó varios segundos en silencio.

       —No me importa lo que digan ellos, me importa que me creas tú.

       —Y  te  creo,  Claudia.  Perdona  si  luzco  sorprendido,  porque  es  una  historia

  ridícula. Pero te creo, por más horrible que todo parezca. Te creo porque te conozco, y
  te  creo  porque  te  quiero  creer.  También  pienso  que  puedes  haber  sufrido  muchas

  alucinaciones, que muchas cosas pudieron haber pasado, cosas que no captaste como

  lo haría el resto de nosotros, por dios sabe qué manipulación.

       —Pero es fácil probar que Kannongorff está muerto.
       —Claro que es fácil probarlo; hallaron su cadáver en la Herschel Magnatino.
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