Page 216 - Luna de Plutón
P. 216

22



                                          LA PARCA IMPERIAL





       La luna Galatea, una de las más cercanas a la atmósfera del planeta Neptuno, era
  tan  extraña  como  fascinante:  para  empezar,  no  tenía  forma  esférica,  sino  cónica  y

  ligeramente alargada (el satélite no mide más de 180 kilómetros). No tiene atmósfera,

  o por lo menos no propia, sino un campo de fuerza que ejerce las mismas funciones

  que  una  original,  generada  artificialmente  con  tecnología  de  científicos  de  Nereida,
  otrora luna del gigante planeta cuyo principal (y único) campo de trabajo y fuente de

  vida era la ciencia.

       Los nereidanos son una raza de números muy escasos y casi nunca se los ve fuera
  de  su  luna.  De  hecho,  muy  pocos  saben  cómo  luce  un  nereidano  realmente.  El

  problema  principal,  según  dicen  los  entendidos  del  tema,  es  que  ellos  no  pueden

  respirar en ninguna atmósfera, ni siquiera en la de su propia luna, que es apenas una

  delgada y sensible burbuja helada, sino por aparatos y tubos que rodean su cuerpo y
  terminan en una esfera de cristal que recubre la cabeza. ¿Cómo llegaron a evolucionar

  en tecnología hasta ese punto si ni siquiera en sus principios hubo atmósfera original

  que sustente aquella forma de vida? Es una pregunta desconocida que, aún hoy, no

  tiene respuesta.
       El  hecho  es  que  el  dueño  de  la  luna  Nereida  es  Osmehel  Cadamaren  y  que  así

  mismo toda la tecnología, materiales, instrumentos y gigantescos laboratorios de los

  nereidanos (que parecen horribles metrópolis enrarecidas, hechas de cristal, bajo una
  noche permanente) se los dio él. Por otro lado, aun cuando los nereidanos no sabían

  mucho de relaciones interpersonales, protocolos, idilios, familiaridad, amor, nexos o

  incluso amistad tal como la conocemos, eso no significaba, bajo ningún motivo, que
  no fueran extraordinariamente brillantes en el área intelectual. De hecho, si bien no se

  desvivieron en preparar el puerto principal de Galatea para recibir a Osmehel, que iba

  de  acá  para  allá  con  ínfulas  de  ser  el  rey  de  la  especie,  sí  hicieron  los  arreglos

  necesarios para mostrarle exactamente lo que él venía a ver: el fruto de varios años de
  investigación, cuyo resultado final se hallaba dentro de las frías cavernas de la luna.

  Nadie lo puede negar, esta, sin dudas, era la diplomacia más adecuada para un hombre

  como Cadamaren, que siempre rapta en pos a lo suyo. La lujosísima nave en forma de

  tren, que parecía una limosina espacial con turbinas adheridas a los costados, atravesó
  el espectral campo de fuerza que generaban los dedales robóticos colocados en forma
   211   212   213   214   215   216   217   218   219   220   221