Page 220 - Luna de Plutón
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perdido usted una sola batalla espacial!! Sé personalmente que el emperador Gargajo
se sentía invencible con usted como comandante en Jefe. Yo mismo, y cualquier
entendido del tema, ha escuchado de Meinhardt Hallyfax, aquel por el que nunca se
atrevieron a declararle la guerra a ese asqueroso, gigantesco saco de pus desde hace
tiempo.
—¡Jajaajajajajajaja!
Hallyfax tenía una forma grotesca, mórbida y casi asquerosa de reírse.
—Con una nave tan competente como esta tal vez ni yo mismo haga falta,
Cadamaren. Estoy francamente impresionado y sé que será una delicia capitanearla.
¡Qué buen trabajo han hecho estos bichos!
Chakross se mantenía en silencio, apoyándose de su bastón.
—Quería saber —empezó a decir Cadamaren, alisándose el traje—, qué tan eficaz
es la Parca Imperial en combate.
—Tal vez la mejor forma de saberlo es comparándola con las naves de las otras
potencias del Sistema Solar.
—Lee usted mi mente y, por ello, desde ya le aviso que me siento muy a gusto. A
ver, ¿qué tiene que decirme?
Hallyfax, quien llevaba un uniforme negro y una larga capa del mismo color, se
dio media vuelta, viendo el enorme cuarto oscuro, lleno de pequeñas luces brillantes,
como luciérnagas, que tragaban a su cabina, a medida que se colocaba los puños
cerrados en su cintura.
—Como usted sabrá, la nave de los ogros, la fabulosa Tungstenio, la más grande
que ellos han hecho jamás, tiene un tamaño de 962 metros, según una estimación
aproximada, un cálculo de los nereidanos en el que confío mucho. La nave de los
elfos, que han estado desarrollando secretamente, según informes de inteligencia (y
conociendo a los elfos muy seguramente de formidable velocidad y astuta maniobra),
mide, de punta a punta, 850. Ambas son grandes, ambas naves de primera clase, sin
embargo, la Parca Imperial está a otro nivel, pues mide 7920 metros.
—7.9 kilómetros —susurró Mojo, contemplando, abismado, el piso superior de la
cabina.
—¡Pero eso no quiere decir que no podemos maniobrar con magnífica, incluso
extraordinaria, velocidad! La Parca Imperial puede viajar, tal como las otras, más
rápido que la velocidad de la luz. En combate nos desempeñamos con la misma
rapidez que la Tungstenio. Podemos rotar sobre nuestro propio eje en seis segundos.
Cadamaren escuchaba, atento, mientras el capitán Hallyfax se volvía a dar media
vuelta, levantando los brazos, y dibujando una gigantesca, jocosa sonrisa en su boca,