Page 222 - Luna de Plutón
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tocándolo con la punta del dedo.

       —No —apuntó Chakross—. La salida al universo se encuentra a casi cien metros
  de esta cabina. Eso no es una ventana, es una pantalla que refleja el exterior del frente

  de la nave.

       Mojo Bond torció los labios, a medida que se dio media vuelta, pegó la espalda a

  la pared, y se quedó viendo al nereidano con disgusto, mientras se rascaba la cabeza.
  La voz reflejada directamente a su mente le produjo asco, como si Chakross hubiera

  dejado residuos sucios dentro de ella.

       Cadamaren se sentía como si estuviese dentro de un barco, sentía el movimiento

  de la nave: lento, gigantesco. Desde el exterior, la gigantesca cabeza puntiaguda de la
  Parca  Imperial,  como  un  grandioso  buitre  avernal,  se  asomaba  por  el  cono  sur  de

  Galatea,  y  se  desprendía  de  ella,  como  si  el  raro  satélite  perdiese  un  órgano

  importante. La infinidad de ventanillas que se extendían por todo el casco de la nave,
  que  le  confería  aquella  apariencia  de  madre  de  todos  los  insectos,  parecía,  por

  momentos, iluminar en varios conos al universo. Alumbró el lado oscuro de Galatea,

  y siguió de largo, dejando atrás el abominable laboratorio donde fue concebida. Los
  nereidanos se apostaban en filas alrededor de los largos puentes, para verla partir, con

  las cadenas de sus amarras aún flotando libremente a los lados de la nave, como una

  cabeza  de  Medusa  que  sale  de  un  huevo.  Meinhardt  Hallyfax  tenía  los  dedos

  entrelazados, con la espalda apoyada a la silla.
       —Señor Chakross, no dudo que su gente haya hecho un espléndido trabajo, así

  que me considero en confianza al decir que después de este exitoso lanzamiento, ya no

  necesitamos más el laboratorio…

       El pequeño hombrecito se dio media vuelta. A través de aquella ingente nube de
  gases, unos ojos inmensos veían al magnate, con una expresión reservada.

       —Así que ha llegado la hora de cumplir con mi parte del trato, ¿le parece?

       Un jadeo bilioso fue todo lo que recibió por respuesta.
       —Muy bien… Capitán Meinhardt, libere a los nereidanos.

       —¡Atención  motores,  detengan  ascenso;  alto  total!  ¡Atención  máquinas,  media

  vuelta! ¡Atención Bahía de Torpedos, montar misil clase A en el lanzador!

       —Motores listos, Capitán.
       —Máquinas listas, Capitán.

       —Bahía de Torpedos comunica que el misil está preparado, Capitán.

       La nave se detuvo bruscamente en medio de la nada, los cimientos metálicos de la

  Parca Imperial crujieron sensiblemente en un eco abismal, y pronto, las estrellas que
  reflejaba la pantalla empezaron a pasar de medio lado como una película rápida. Mojo
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