Page 227 - Luna de Plutón
P. 227
que el chico, a su vez, veía a su padre, con miedo.
—Hazle caso a la niña, peludo, que a mí también me interesa escuchar eso.
¿Dónde habías estado antes de aterrizar en Titán?
La Posada de Tefnut era el sitio de reunión más importante para los elfos después
del desaparecido Palacio de Hamíl. Fue el primer lugar construido que existió en el
pueblo, hace 1400 años y, actualmente, estaba a cargo del hijo del fundador: el
anciano Tefnut Netikerty, quien lleva las riendas del negocio desde hacía 600 años. Era
un lugar de aspecto medieval y amplio, como el resto del pueblo, muy acogedor,
cálido y de paz generosa. Incluso los ogros, cuando entraron, pudieron sentirlo,
vieron de arriba hacia abajo, contemplando el alto techo, las armaduras y las espadas
en las paredes, la historia viva que representaba aquel lugar, donde inclusive las
llamas alargadas que salían de los candelabros exhalaban complicidad con la
majestuosidad del sitio.
Tefnut reservó una gran mesa redonda para la reunión, y, con mucha seriedad,
recibió a los ogros, incluso a Metallus, dándole una hospitalaria bienvenida, aunque
sin regalarles su sonrisa afable y carismática, que siempre era dada con facilidad.
Abrazó a Panék y sentó y trató a los leones tan bien como el fallecido Kann lo hubiese
hecho. El anciano no se interesó en quedarse para la reunión aun cuando recibió la
aprobación de Degauss, prefería ir a dar un último adiós personal a su amigo más
antiguo. La velada fue muy larga, y las horas pasaron una tras otra, sin que nadie, por
mucho, reparara en ello. Knaach contó su historia, y Claudia, después, contó
exactamente la misma, y su experiencia después de haberse separado del león.
—Lo que dice Claudia es verdad —dijo, después de un largo silencio—. Ella no
mintió, todo pasó en verdad. Panék, te pido perdón por no haberles dicho la verdad,
lo oculté, y me asusté cuando…
Knaach observó a Hathor, quien lo veía con un rostro inescrutable.
— …cuando oí lo que sucedió, el problema entre ustedes, entre los ogros y los
elfos, pensé que podían hacer algo contra mí, y lo siento mucho.
Metallus bajó la cabeza, rascándose la barba.
—Pero insisto, debo hacerlo, ¡yo vi el cadáver del ogro fuera del tren aéreo de
Plutón! ¡Yo acompañé a Claudia hasta la Estación Espacial y subí con ella hasta la