Page 230 - Luna de Plutón
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calles, en un ambiente mucho más tranquilo, acogedor, calmo que el del día anterior,
cosa admirable, teniendo en cuenta que por aquí y por allá, de vez en cuando, se veía
a algún ogro, comprando dentro de algún local, comiendo en parejas dentro de
restaurantes, o sencillamente paseando y admirando Hamíl. Huelga decir que el dueño
de la única pastelería del pueblo nunca, en sus largos años de repostero, había
recibido tantos halagos juntos por parte de alguien… Un teniente de armadura dorada,
que ya había dejado una pequeña fortuna en pasteles, los cuales consumía en una
mesa y cinco bancos puestos juntos para albergar el enorme trasero del ogro.
Hathor y Knaach habían salido de la posada de Tefnut, los chicos quisieron ir a
descansar a casa, su estadía en La Anubis había sido demasiado para ellos. Knaach
también se sentía cansado, sin embargo, podía quedarse despierto; extrañamente, no
tenía sueño, ahora, la única sensación que imperaba dentro del león era la de la paz.
Panék, Degauss, Metallus y su ministro y estratega, el general Rockengard, se
quedaron un rato más dentro de la posada. Sin embargo, al cabo de solo un minuto,
los cuatro personajes salieron por la puerta. Todos dedujeron la naturaleza de esa
pequeña reunión adicional cuando el rey se acercó a su tripulación para decirles que
Panék les había dado libertad de irse a todos, menos a él, y que daba un voto de
confianza permitiéndoles quedarse en Hamíl hasta reparar la Tungstenio, cosa que
empezaron a hacer desde esa misma noche. Debido a lo extraño de las circunstancias,
no los delatarían con la Hermandad de Planetas.
Metallus nombró a Rockengard el nuevo capitán de la nave, y en cuanto a él, no
permanecería encerrado en ninguna celda, pero hasta que el Shah no decidiera su
destino, no debía salir de Hamíl.
Claudia tenía en mente exigirle a su padre que le contara todo lo que había pasado
entre los ogros y los elfos, e inclusive, había ya advertido a Rockengard que tarde o
temprano demandaría una entrevista con él también para que le diera su versión de los
hechos, en caso de que sospechara que su padre no le fuese del todo sincero. Quería
presentarse ante Hathor, conocer a los nuevos amigos de Knaach, y llevarse bien con
ellos, pero un hallazgo amargo diezmó esa posibilidad, por lo menos de momento: la
muerte de Calizo Popsttone. Claudia tendría que pasar un tiempo a solas, la niña
estaba en la diatriba de querer conocer la verdad, y no odiar a los elfos, sentimiento
latente que la invadió de pronto. El reporte del coronel de la nave indicó que su
cuerpo no fue hallado dentro de la Tungstenio, engrosando así la lista de muertos que
fueron tragados por el vacío del espacio al desintegrarse el fuselaje del Sector D
(camino a la cabina) gracias al último impacto que recibió la nave. La niña se retiró a
llorar cerca de las afueras del pueblo, debajo del pie de la fuente.