Page 315 - Luna de Plutón
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«Soy un nereidano».
—¿Un nereidano? Es imposible, la luna Nereida no tiene seres vivos porque no
tiene atmósfera —objetó Degauss, con severidad.
Una serie de angustiosos jadeos chocaban dentro de su mente.
«Cadamaren nos envió a Nereida».
—¿Quién eres en realidad?
«Venimos de Urano».
—Bien, Chakross. Espero que estés orgulloso. Tu Parca Imperial ha destruido a
Elara, y a poco tiempo de su debut, ha acabado con miles de vidas.
«Lo siento».
Otra serie de jadeos suaves precedió a una segunda contestación, que pareció
haber sido transmitida con dolor.
«No había otra opción».
Y luego de una pausa, una tercera.
«Queríamos volver a casa».
—¿Cómo los obligó Cadamaren a trabajar?
«Con un trato… Él dejaría a casa en paz, sin intromisiones ajenas a Urano».
—¿Tienes idea de qué piensan hacer después de acabar con las fuerzas de la
Hermandad Federal?
«Gobernarán por medio de un triunvirato… Un triunvirato entre Cadamaren,
Hallyfax y Popsttone».
Degauss sintió un agudo gemido, luego un lamento largo y quejumbroso, como si
una puerta oxidada se estuviese abriendo lentamente. Chakross empezó a
convulsionar.
Los harapos temblaban, a la vez que sus piernas, que cada vez se hacían más y
más planas, se quedaban inertes, desinfladas, como si su cuerpo estuviese perdiendo
materia, y su cabeza ya no pudiese sostener más su propio peso. Su estómago se
hinchó grotescamente, hasta que los huecos que ya tenían los harapos de los que
estaba vestido se hacían más grandes a medida que se descosían. El resto del cuerpo
se dobló, como un manojo de cartílagos, y finalmente, colapsó, haciéndose pedazos.
De lo que parecía aquella barriga voluminosa e hinchada, emergió, finalmente, una
esfera de luz, un brillo intermitente y verdoso, que parecía palpitar, y que flotaba
estáticamente en el aire.
Degauss lo vio fijamente por varios segundos, tras el cristal.
—Es un fuego fatuo… —afirmó.
El ogro puso sus dedos sobre el cristal, como si a través de ellos pudiera sentir las