Page 64 - Luna de Plutón
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de la Fortuna por favor ocupen los terminales 10 al 12; los que aborden el
Observatorio de la Luna terminales 13-14; la nave-casino Herschel Magnatino
terminales 15 al 18… Claudia apresuró el paso, Knaach de pronto sentía como si
estuviese montado sobre un caballo de carreras.
Las casillas transparentes de los vendedores de boleto (a través del cristal se veían
imágenes holográficas del interior de la nave-casino) estaban casi vacías, el vendedor
no pareció muy interesado en atender a Claudia cuando esta se puso frente a la
ventanilla.
—Deseo un boleto para abordar la Hersloquesea Manganatino…
—Lo siento —contestó el tipo secamente, sin levantar la mirada de la revista que
leía—, pero solo personas que tengan una invitación pueden entrar. Hay un evento
especial esta noche.
Por momentos, la niña sintió que el suelo le empezaba a dar vueltas. Se asomó por
el andén de pasajeros, y se dio cuenta de que las cápsulas transportadoras ya estaban
despegando del puerto hacia el espacio, llevando a los pasajeros hasta la nave-casino,
que se hallaba en la alta atmósfera de Plutón. Se veía a personas elegantemente
vestidas hacer cortas filas frente a la puerta 15, mientras que una comitiva de atentas
aeromozas revisaban sus invitaciones.
—No… No es justo —gimió.
—Gracias a dios que el sentido común esta vez imperó como ley natural —susurró
Knaach, con satisfacción.
La ogro se retiró cerca de unos baños públicos para que el león pudiera bajarse de
su cuello.
—¿Ahora qué vas a hacer?
—Tengo que subirme a esa nave a como dé lugar, ¡tengo que hacerlo!
—Cuidado y te da otro de tus arranques aquí, en medio de la Estación Espacial.
La ogro echó un gruñido.
—¿Qué piensas hacer, bestia? —le espetó el león—. ¿Secuestrar una cápsula
transportadora? Acéptalo ya, el plan era ridículo desde el comienzo…
La azafata oteó el espacio para ver si llegaban más pasajeros y, al ver que tal cosa
no ocurría, decidió cerrar la puerta, cosa que desesperó a Claudia. Empezó a caminar
rápidamente a la puerta próxima a la 15, la 16. Una fila corta de sujetos con apariencia
burocrática y excéntrica estaba pasando por la puerta. Un hombre que vestía un
chaleco blanco con chapas, y unos pantalones apretados, giró la cabeza para ver a la
ogro, o por lo menos eso le pareció a Knaach: tenía un copete de pelo negro parecido
al cañón de un tanque, y unos anteojos negros enormes, que le daban la apariencia de