Page 91 - Luna de Plutón
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había visto desaparecer a su amiga hacía ya mucho tiempo. Algo raro estaba
sucediendo en la Herschel Magnatino, el descontrol reinante lo había alertado sobre
ello aun antes de escuchar la alarma, la nave estaba desorbitándose, y lentamente caía
a pique dentro del espacio.
Las estatuas del salón empezaron a caer una sobre otra, como piezas de dominó. El
samurai perdió los brazos, la figura en piedra del león anciano cayó de costado sobre
el porciano, cuyo reloj de diamantes se hizo trizas con el impacto. Toda la Magnatino
crujía, como si estuviese siendo víctima de una lluvia de meteoritos. Knaach sabía que
si algo había impedido que aquel lugar estuviese inundado de guardias, era
precisamente por la inestabilidad de la nave, el casino debía estar hecho trizas, muchos
jugadores tenían que estar apilados y heridos ahí, otros debían hallarse evacuando la
nave; los controles podrían estar fallando, y lo que era peor: la causa de todo aquello
se hallaba allá adelante, adelante de aquellas puertas, en el Gran Aula Magna de
Reuniones, el lugar donde estaba su amiga, y que él, desesperadamente, intentaba
alcanzar, pero que se hallaba sellado por un inescrutable objeto, que había rodado y
tapado la entrada. El león, después de escalar trabajosamente, rascaba el objeto, como
si intentase, con sus fuerzas, apartarlo del camino.
—¡CLAUDIA!