Page 95 - Luna de Plutón
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albergar una persona. Acostadas en fila sobre una compuerta de emergencia que las
hacía proyectar al espacio.
El felino, cayendo por el lugar como si fuese un tobogán, y sintiendo que su lomo
era quemado por la fricción, se abrazó a una. Bajo sus patas y cola se abría un abismo.
Levantó un dedo hasta un botón blanco, y la superficie de la cápsula se abrió, con
un esponjoso sonido de decomprensión. Se metió adentro, echó una bola. Apenas la
computadora registró su peso, cerró automáticamente la compuerta y, frente a él, un
panel de cristal líquido se encendió, iluminando su rostro con diferentes colores
brillantes.
Claudia le había dicho que activar una no era en lo absoluto difícil, que podía
poner a funcionar el piloto automático, que lo llevaría a cualquier lugar seguro. Una
lluvia de escombros cayó sobre su cápsula, por momentos, le pareció que la alarma
general empezaba a sonar con mayor fuerza.
—Claudia… —musitó, por última vez.
El león cerró los ojos y, contra su voluntad, hundió la garra en el botón. Sintió un
vértigo inicial que le ocasionó náuseas, como si estuviese atrapado en un ascensor que
cae en picada. Luego de casi un minuto de dejar atrás una larga fila de luces que se
deslizaban a los lados de las ventanillas, cayó al espacio, y los propulsores apostados a
los lados de ella se activaron, alejándose de la Herschel Magnatino, que flotaba de
cabeza, alrededor de una nube de escombros.