Page 417 - El cazador de sueños
P. 417
encima, y antes de que pudiera levantarse le aplastó el peso de varias personas
corriendo encima de la hoja. Se sentía como el típico vaquero que se cae del caballo
durante una estampida. Aquí me muero, pensó; pero al poco rato notó que se
aligeraba el peso asesino. Entonces, con toda la adrenalina que tenía en los músculos,
se puso de rodillas. En ese momento la puerta resbaló hacia la izquierda, y a guisa de
despedida le clavó el pomo en toda la cadera. Cambry recibió en las costillas el
puntapié de alguien que pasaba. Después de que otra bota le rozara, la oreja derecha,
se levantó. La sala estaba cargada de humo, y era un desvarío de gritos. Cuatro o
cinco fornidos cazadores fueron arrojados al interior de la estufa, que, arrancada de la
chimenea, se derrumbó escupiendo al suelo ramas de arce encendidas. El fuego
prendió en los billetes y los naipes. Apareció un olor rancio, el del plástico de las
fichas de póker quemándose. Eran las de Ray, pensó Cambry con incoherencia; ya las
tenía en el Golfo, y en Bosnia.
Imperaba tal alboroto que no se fijaron en él. Los reclusos fugitivos no tenían
ninguna necesidad de salir por la puerta de entre el despacho y la tienda, porque se
había caído toda la pared (simple tabique, de hecho). El fuego de la estufa volcada
estaba extendiéndose a algunos trozos.
A un individuo viejo y canijo, con gorra de borlas y trenca, le estamparon contra
la estufa y le pisotearon. Cambry oyó los gritos agudos que soltaba al adherírsele la
cara al metal y empezar a cocérsele la carne.
Los oyó y los sintió.
—¡Ahora! —exclamó Cambry, señal de que se rendía y se integraba en el grupo
—. ¡Ahora!
Saltó por encima de las llamas de la estufa, cada vez más altas, y corrió perdiendo
su mente pequeña en la grande.
A efectos prácticos, la operación Blue Boy había concluido.
www.lectulandia.com - Página 417