Page 521 - El cazador de sueños
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—… jefe. ¡Jefe, despierte!
Kurtz abrió los ojos y se incorporó gruñendo, al mismo tiempo que apartaba la
mano de Freddy. No la tenía en el hombro, sino en la rodilla. Freddy estaba al
volante, con el brazo hacia atrás sacudiéndole la rodilla, pero seguía siendo
intolerable. —Ya estoy despierto, ya estoy despierto. Se puso las manos delante de la
cara para demostrarlo. No tenía piel rosada de niño, ni mucho menos, pero tampoco
estaban grises, y poseía cada una los cinco dedos preceptivos.
—¿Qué hora es, Freddy?
—Ni idea, jefe. Sólo puedo decirle que aún es por la mañana.
Naturalmente. Se habían escacharrado todos los relojes. Hasta se le había
quedado sin cuerda el de bolsillo. Como era tan víctima de los tiempos modernos
como cualquier hijo de vecino, se había olvidado de dársela. Kurtz, cuyo sentido del
tiempo nunca había dejado que desear en cuanto a precisión, intuyó que eran sobre
las nueve; o sea, que le había durado unas dos horas el sueñecito. No era mucho, pero
tampoco necesitaba mucho. Se encontraba mejor; bastante bien, en todo caso, para
notarle a Freddy la preocupación en la voz.
—¿Qué te pasa, chavalote?
—Dice Pearly que ahora ya no tiene contacto con ninguno. Dice que el último era
Owen, y que ahora tampoco le recibe. Dice que Owen debe de haber rechazado el
hongo de Ripley, señor.
Kurtz, de reojo y por el retrovisor, vio la mueca de burla de Perlmutter, como
diciendo: «Os he engañado.»
—¿Qué pides, Archie?
—Nada —dijo Pearly, con tono bastante más lúcido que antes de la cabezadita de
Kurtz—. Aunque… es verdad que me iría bien beber un poco de agua. Hambre no
tengo, pero…
—Supongo que se podría hacer una paradita —dijo Kurtz—; eso si tuviéramos
contacto, porque si les hemos perdido a todos, tanto al que se llama Jones como a
Owen y Devlin… Tú ya me conoces, chavalote: me moriré mordiendo, y hasta
entonces harán falta dos cirujanos y un tiro para que abra la boca. Te espera un día
largo y de mucha sed, porque Freddy y yo vamos a tener que buscarle por todas las
carreteras que van al sur. Menos si nos ayudas, Archie; entonces le ordenaré a Freddy
que se meta por la primera salida y entraré personalmente en el primer súper de
carretera para comprarte la botella más grande de agua mineral que tengan en la
nevera. ¿A que te apetecería?
Kurtz notó que sí en que Perlmutter se mojó los labios, primero por dentro y
luego sacando la lengua (el Ripley de sus labios y mejillas seguía igual de lozano,
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