Page 107 - Las ciudades de los muertos
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de la fachada de un palacio —me volví para observarlo—. Per-aba, la gran casa. Es
el origen de la palabra faraón.
Henry se inclinó para verlo más de cerca.
—¿Puedes ver lo que dice?
—Está medio borrado, pero, a ver, puedo hacer un intento —señalaba los
jeroglíficos mientras traducía—. Creo que dice «Khasekhemui». ¿Ves aquí dos cifras,
sobre el serekh?
El padre Khalid se había mantenido apartado de nosotros, con una expresión
reprobatoria en el rostro. Creo que, como todos los sacerdotes, odia que le recuerden
que su fe es relativamente nueva. Se acercó hasta nosotros y echó una ojeada a la
esfinge.
—No es un gran descubrimiento, ¿verdad? ¿Por qué no continuamos?
Di media vuelta hasta quedar frente a él.
—Si no me equivoco al leer la inscripción, puede ser una pieza bastante valiosa.
—¿Desean quedarse aquí a buscar más piezas?
Henry estaba impaciente por quedarse.
—¿Por qué no lo hacemos, Henry? Lo encuentro excitante.
Eché una lenta y minuciosa mirada a mi alrededor.
—No, esto estaba en la superficie. Probablemente lo perdió uno de los
trabajadores, que lo debía traer de Atribis. Ahí es donde tenemos que ir a buscar más.
Vamos —puse la esfinge en mi bolsa y emprendimos de nuevo la marcha.
Las nubes empezaron a abrirse lentamente. Rayos de luz pasaban a través de ellas
y alumbraban la tierra un instante, antes de desaparecer de nuevo. Pero poco a poco,
se iban abriendo más claros. Después de todo, aquello parecía indicar que iba a ser un
día bastante soleado.
De pronto, al doblar un recodo del camino, nos encontramos en una zona abierta,
el lugar en que se erigían las ruinas de la antigua Atribis. Sorprendía llegar de
improviso a una zona llana, de más de quinientos metros de amplitud, después de
haber caminado entre los árboles, una zona salpicada de restos de pequeños templos,
estatuas derribadas y erosionadas por la humedad. Únicamente una diminuta capilla
situada en el extremo más alejado parecía intacta. Había también la base de un
obelisco, de unos dos metros de altura, pero estaba roto y no había rastro de la parte
superior. El suelo estaba enlodado y en realidad no había demasiadas cosas que ver.
Si no hubiera habido trabajadores últimamente, el lugar estaría ahora invadido por la
maleza. Paseé la vista lentamente, de izquierda a derecha, por lo que alguna vez había
sido una ciudad. Había sido un lugar vivo, vital durante más de trescientos años, y en
parte todavía seguía siendo un lugar humano; había humanidad en aquella ciudad, o
en lo que quedaba de ella.
Henry fue el primero en penetrar en la ciudad, y empezó a correr por las calles
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