Page 141 - Las ciudades de los muertos
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Observé a mi alrededor, y miré hacia donde estaban nuestras cosas.
               —No  tenemos  impermeables.  No  pensé  que  pudiésemos  necesitarlos.  Tal  vez
           sería mejor esperar…

               —Yo voy ahora mismo. ¿Vienes?
               —Sí, por supuesto. Nuestras cosas estarán a salvo aquí.
               En  condiciones  normales,  el  trayecto  al  monasterio  se  cubría  en  menos  de  un

           cuarto de hora, pero a través del barro y la lluvia, nos costó más de una hora. Al
           atravesar  un  grupo  de  árboles,  Henry  resbaló  en  la  hierba  mojada  y  se  torció  un
           tobillo, pero cogió un palo largo y, utilizándolo como bastón, continuó caminando.

               El monasterio era pequeño, con una docena de celdas, un refectorio y una capilla.
           Estaba vacío. Se habían ido en plena tormenta, bajo la lluvia. Registramos todas las
           celdas, una por una. No todas habían sido utilizadas. Las que no habrían ocupado

           estaban llenas de murciélagos y el olor que exhalaban era horroroso. Incluso las que
           lo habían estado recientemente, tenían algunos murciélagos, que no habían tardado

           mucho en reclamar lo que era suyo. La lluvia pareció amainar un poco, pero no había
           rastro de Birgit ni de ningún otro ser humano.
               Estaba  esperando  que  Henry  me  recriminara  que  la  hubiese  dejado  marchar  y
           tenía preparadas un montón de excusas, pero no las necesité. Titubeé…, tenía que

           decir algo.
               —Bueno, al menos Khalid estará contento.

               Henry empezó a andar para regresar a nuestra capilla.
               —¿Por qué no nos quedamos aquí hasta que cese la lluvia y nos secamos?
               —No.
               Así que nos pusimos en camino. En realidad, un poco más de agua no importaba

           ya.
               —Tendremos que ir a buscarla, Howard.

               —Sí.
               —¿Adónde dijeron que iban? A Wädi…
               —A la zona de Wädi Nätrun. En el desierto occidental.
               —Sí, tendremos que ir allí.

               —Lo sé. —Deseaba no sentirme tan culpable. Había sido cosa del sacerdote, no
           mía—. Podemos recoger las cosas en unas pocas horas, Henry, pero no podremos

           regresar con ellas a Benhà hasta que cese la lluvia.
               Dejó de caminar y se me quedó mirando.
               —Por una vez, Howard, por una vez, ¿te importaría llamarme Hank?

               Solté un suspiro, me acerqué a él y lo cogí de la cintura.
               —Apóyate en mí, Hank. Vamos.









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