Page 153 - Las ciudades de los muertos
P. 153

—No, arqueólogos no. Sacerdotes y monjas. Infieles que manchan la palabra del
           Profeta. Vinieron hace medio año a ese cementerio, a rezar en las tumbas.
               —¿Eran  alemanes?  —intenté  que  mi  tono  sonara  indiferente,  pero  sin

           conseguirlo.
               —A ellos no les advertí. Pensé que no tenía importancia, que las momias ya se
           ocuparían de ellos.

               Rheinholdt y su gente habían trabajado más de lo que yo pensaba.
               —¿Y qué hicieron con las tumbas?
               —Nada —se echó a reír—. Bajaron y luego volvieron a subir, llevándose unos

           cuantas  cosas.  Encontraron  una  gran  cantidad  de  vendajes  de  momia  antiguos  y
           algunos papiros. Todavía ahora vienen de vez en cuando, pero nos les hacemos caso.
               Gracias a Dios. Temía que empezara a contarme más cosas horrorosas.





           Caí en un profundo sueño en la parte trasera de la carreta, del que no desperté hasta

           que Hank empezó a zarandearme por el hombro.
               —Howard,  hemos  llegado.  O,  al  menos,  eso  creo.  Todas  las  señales  están  en
           árabe.

               Observé a mi alrededor, somnoliento. Era tarde y nos habíamos detenido delante
           de la estación ferroviaria de el-Qatta, situada a un kilómetro de distancia de la ciudad.
           El suelo aparecía cubierto de fango, lo cual indicaba que también allí había estado

           lloviendo. Probablemente todo el territorio situado más al norte de El Cairo estaría
           ahora  empantanado.  Varias  personas  esperaban  en  el  andén,  observándonos  con
           franca curiosidad, y no había rastro de Akim.

               —Tu cabello causa sensación por dondequiera que vayamos.
               Hank se echó a reír y alzó una mano como para cubrirse la cabeza.
               —No sé dónde fue Akim. Dijo algo en árabe y luego se dirigió hacia la ciudad.

               —Ya volverá, aunque sólo sea para recoger la carreta. ¿Cómo está tu tobillo?
               Se observó el pie como sorprendido.
               —Creo que mucho mejor.

               —¿Has intentado ponerte en pie?
               —No.
               —Pues ya va siendo hora.

               Se incorporó, tambaleante.
               —Todavía está un poco hinchado, pero creo que podré caminar.
               —Perfecto. Iré a coger los billetes para Khatatba. ¿Podrías empezar a descargar

           nuestras cosas?
               —Por supuesto.
               Se esperaba un tren para dentro de una hora y el jefe de estación conversó un rato

           conmigo sobre la lluvia.


                                        www.lectulandia.com - Página 153
   148   149   150   151   152   153   154   155   156   157   158