Page 189 - Las ciudades de los muertos
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como un niño herido.
Encontré un minúsculo almacén, que apenas disponía de espacio suficiente para
los dos. Sin embargo, la puerta era de madera y podría protegernos del viento y de la
arena. Hank se acurrucó en mis brazos, sollozando con tanta suavidad que apenas
podía oírlo. Sentí que su cuerpo temblaba y permanecimos allí esperando que cesara
la tormenta.
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