Page 169 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
P. 169
169
frío desinterés ni falta de sentimiento. Es un libre sentido del yo, sin el estorbo de los límites. Nuestro
viaje no comienza ni termina en el mundo físico. La Tierra es una bella joya verde y azul, que pende
en el tapiz de la eternidad. Por mucho tiempo que permanezcamos aquí, para beber el agua pura y
aspirar el aire vivificante, nuestro hogar es, antes bien, la eternidad.
Somos de esencia atemporal. Nacimos en el estanque sin fondo que despide burbujas de tiempo y
espacio. Una burbuja es un momento; ora, un milenio. Pero el estanque en sí es espíritu puro; no
importa cuántas estrellas y galaxias surjan de él para estallar en la superficie como frágil espuma:
nada ha sido quitado ni agregado. El Ser es profundo, claro, permanente, siempre el mismo. Asombra
pensar que nuestra existencia cotidiana brota de esa fuente infinitamente renovable, pero la vida no
tiene otra base. La inteligencia, el poder y la libertad sin límites son inherentes al campo unificado que
Einstein y los antiguos sabios compartieron en su visión. La inmortalidad amanece cuando
comprendes que mereces tu lugar en el flujo eterno. Cuando lo sabes, puedes reclamar tu
inmortalidad aquí y ahora, a cada segundo, pues el tiempo no es sino inmortalidad cuantificada. La
Naturaleza espera para volcar generosamente sobre ti este don supremo. Tras habernos nutrido por
millones de años, el mar, el aire y el Sol aún entonan la canción que debemos empezar a apreciar
una vez más.
¿Qué dice la Naturaleza a nuestro alrededor, en el espacio entre nuestros átomos, impregnando
cada pensamiento? El mismo aliento, el mismo susurro silente circula por cada célula. Es el ritmo de
la vida misma, que llama a cada uno de nosotros con suave insistencia. Atesoro unos versículos del
antiguo Rig Veda que articula esta eterna canción:
Aunque mi espíritu pueda vagar por las
cuatro esquinas de la Tierra,
deja que venga a mí otra vez para que yo
pueda vivir y viajar aquí.
Aunque mi espíritu pueda ir
muy lejos sobre el mar,
deja que vuelva a mí otra vez para que yo
pueda vivir y viajar aquí.
Aunque mi espíritu pueda ir muy lejos a
los brillantes rayos de luz,
deja que vuelva a mí otra vez para que yo
pueda vivir y viajar aquí.
Aunque mi espíritu pueda ir muy lejos a
visitar el Sol y el alba,
deja que venga a mí otra vez para que yo
pueda vivir y viajar aquí.
Aunque mi espíritu pueda vagar por las
encumbradas montañas,
deja que venga a mí otra vez para que yo
pueda vivir y viajar aquí.
Aunque mi espíritu pueda ir muy lejos en
todas las formas que viven y se mueven,
deja que venga a mí otra vez para que yo
pueda vivir y viajar aquí.
Aunque mi espíritu pueda ir lejos
hasta reinos distantes,
deja que vuelva a mí otra vez para que
yo pueda vivir y viajar aquí.
Aunque mi espíritu pueda ir lejos a todo
lo que es y ha de ser,
deja que venga a mí otra vez para que
yo pueda vivir y viajar aquí.