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CAMINO DE SERVIDUMBRE

                  esferas autónomas dentro de las cuales son supremos los fines del individuo.
                  En resumen, son totalitarias en el verdadero sentido de esta nueva palabra
                  que hemos adoptado para describir las inesperadas, pero, sin embargo, in-
                  separables manifestaciones de lo que en teoría llamamos colectivismo.
                     El «objetivo social» o el «designio común», para el que ha de organizarse
                  la sociedad, se describe frecuentemente de un modo vago, como el «bien co-
                  mún», o el «bienestar general», o el «interés general». No se necesita mucha
                  reflexión para comprender que estas expresiones carecen de un significado
                  suficientemente definido para determinar una vía de acción cierta. El bien-
                  estar y la felicidad de millones de gentes no pueden medirse con una sola escala
                  de menos y más. El bienestar de un pueblo, como la felicidad de un hombre,
                  depende de una multitud de cosas que pueden lograrse por una infinita va-
                  riedad de combinaciones. No puede expresarse adecuadamente en una fina-
                  lidad singular, sino tan sólo en una jerarquía de fines, en una amplia escala
                  de valores en la que cada necesidad de cada persona tiene su sitio.Dirigir todas
                  nuestras actividades de acuerdo con un solo plan, supone que a cada una de
                  nuestras necesidades se le dé su lugar en una ordenación de valores que ha
                  de ser lo bastante completa para permitir la decisión entre todas las diferentes
                  vías que el planificador tiene para elegir. Supone, en resumen, la existencia
                  de un completo código ético en el que todos los diferentes valores humanos
                  han recibido el sitio debido.
                     La concepción de un código ético completo no es familiar,y exige un cierto
                  esfuerzo imaginativo para ver lo que envuelve.No tenemos el hábito de pensar
                  en códigos morales como algo más o menos completo.El hecho de elegir no-
                  sotros constantemente entre diferentes valores sin un código social que nos
                  prescriba cómo debemos elegir, no nos sorprende y no nos sugiere que nues-
                  tro código moral sea incompleto. En nuestra sociedad no hay ni ocasión ni
                  razón para que la gente desarrolle opiniones comunes sobre lo que en cada
                  situación deba hacerse. Pero donde todos los medios que han de usarse son
                  propiedad de la sociedad,y han de usarse en nombre de la sociedad,de acuerdo
                  con un plan unitario, una visión «social» acerca de lo que debe hacerse tiene
                  que guiar todas las decisiones. En un mundo semejante, pronto encontra-
                  ríamos que nuestro código moral está lleno de huecos.
                     No nos ocuparemos aquí de averiguar si convendría disponer de un có-
                  digo ético tan completo. Sólo indicaremos que, hasta el presente, al desarrollo

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