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APÉNDICE: DOCUMENTOS RELACIONADOS

               ver cómo los ingleses sucumben gradualmente antes las ideas de economía
               controlada del alemán Walter Rathenau, los sindicalistas italianos —y, sí,
               de Adolf Hitler que tiene el valor de trazar conclusiones del menos rotundo
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               estatismo de sus predecesores. Este libro de Hayek —The Road to Serfdom—
               es una advertencia, un grito en un tiempo de duda.Y dice a los británicos y,
               por implicación, a los americanos: Alto, mirad y escuchad.
                  The Road to Serfdom es sobrio, lógico, severo. No trata de congraciarse
               con el lector.Pero la lógica es incontestable:«pleno empleo»,«seguridad social»
               y «liberación de la escasez» no se tendrán a menos que sea como sucedáneos
               de un sistema que libere las energías de los individuos.Cuando «la sociedad»
               y el «bien de todos» y «el mayor bien para el mayor número» se convier-
               ten en la piedra de toque dominante de la acción del estado, ningún indivi-
               duo puede planear su propia existencia. Pues los «planificadores» estatales
               deben arrogarse a sí mismos el derecho de entrar en cada sector del sistema
               económico si el bien de la «sociedad» o el «bienestar general» están por encima
               de todo. Si los derechos del individuo se interponen, hay que marginarlos.
                  La amenaza del «dinamismo» del estado desemboca en un amplio temor,
               por lo general inconsciente, entre todos los intereses productivos que todavía
               conservan una libertad de acción condicional.Y el temor afecta a los resortes
               de la acción. La gente puede tratar de ser más lista que el gobierno lo mismo
               que ayer trataba de engañar al mercado. Pero hay esta diferencia: los factores
               del mercado obedecían al menos leyes relativamente objetivas, mientras que
               los gobiernos están notablemente sujetos al capricho. Uno puede arriesgar su
               futuro por un juicio que cuenta con stocks,puntos de saturación del mercado,
               tasas de interés, curvas de tendencia de los deseos de los compradores. Pero
               ¿cómo puede un individuo engañar a un gobierno cuya meta es suspender las
               leyes objetivas del mercado cuando y donde quiere hacerlo en nombre de la
               «planificación»? Con perspicacia, Peter Drucker observaba una vez que los
               «planificadores» son todos improvisadores . Éstos no crean certeza, sino
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               incertidumbre para los individuos.Y,como Hayek demuestra,el resultado final
               de la incertidumbre es la guerra civil, o la dictadura que evita la guerra civil.


                  11. [Para más información sobre Walter Rathenau, véase capítulo XII, nota 18. —Ed.]
                  12. [Para más información sobre Drucker, véase capítulo II, nota 9. The End of Economic Man,
               de Drucker,. cit., se discute en el capítulo XIV, nota 2. —Ed.]

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