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PREFACIO A LA EDICIÓN DE 1956
Precisamente porque no parece que la ideología política se proponga en
los próximos años alcanzar un objetivo claramente definido, sino cambios
parciales,es de la mayor importancia una comprensión plena del proceso por
el que ciertos tipos de medidas pueden destruir las bases de una economía
basada en el mercado y ahogar gradualmente las potencialidades efectivas
de una civilización libre.Sólo si comprendemos por qué y cómo ciertos tipos
de controles económicos tienden a paralizar las fuerzas impulsoras de una
sociedad libre, y sólo si comprendemos qué tipos de medidas son particular-
mente peligrosas desde este punto de vista, podemos esperar que el proceso
social no nos lleve a situaciones que ninguno de nosotros desea.
Este libro se pensó como una contribución a esta tarea. Espero que, al
menos en la atmósfera más serena de hoy, sea acogido como lo concebí y no
como una exhortación a resistir contra toda mejora o experimentación, sino
como una advertencia a no olvidar que cualquier modificación de nuestras
instituciones debe superar ciertos controles (que se describen en el capítulo
central sobre la Rule of Law o «gobierno de la ley»), en orden a evitar cier-
tos derroteros de los que puede ser difícil volver atrás.
El hecho de que este libro se escribiera originariamente pensando sólo
en el público inglés no parece que haya afectado seriamente a su inteligibi-
lidad para el lector americano. Pero hay un punto, relativo a la fraseología,
que debo explicar aquí para evitar cualquier equívoco. Desde el principio,
empleo del término «liberal» en su significado originario del siglo XIX,signi-
ficado que aún suele tener en Inglaterra. Pero, en el uso corriente ameri-
cano, a menudo significa casi lo contrario. Forma parte del camuflaje de los
movimientos de izquierda en este país,ayudados por la confusión de muchas
personas que creen realmente en la libertad,el hecho de que el término «libe-
ral» haya llegado a significar la defensa de casi cualquier tipo de control guber-
namental. Sigo sin comprender por qué quienes en Estados Unidos creen
sinceramente en la libertad hayan no sólo permitido a la izquierda apropiarse
de este casi indispensable término,sino que ellos mismos lo hayan utilizado,
casi desde el principio, para indicar un término oprobioso. Esto me parece
que es particularmente lamentable, debido a la consiguiente tendencia de
muchos verdaderos liberales a calificarse de conservadores.
Es cierto, desde luego, que en la lucha contra quienes creen en un Esta-
do omnipotente, el verdadero liberal debe a veces hacer causa común con el
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