Page 337 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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32(¡          Parte III.—Textos: Amr, 99, 100


        ARTICULO  3.° DE LO QUE DEBEN PRACTICAR LOS QUE SIGUEN EL
           CAMINO DE DIOS Y DE LA REGLA QUE DEBEN OBSERVAR


          Sabed que el camino de Dios debe estar apartado y exento de toda
        disputa, discusión y controversia que revele apasionamiento. En él no
        cabe que nadie se excuse ni que a nadie se le trate con benevolencia,
        cuando cometa alguna falta. Sólo cabe entonces una cosa:  salir del
        camino.. Castígase entre ellos el simple olvido o negligencia del deber
       y no se perdonan las faltas que la ley religiosa prohibe sin excusa. En
        cambio, se tratan con indulgencia las faltas que afedtan exclusivamen-
        te a los derechos particulares de los hermanos entre sí.
          Es condición esencial de los que siguen este método de vida, que
        otorguen espontáneamente a todo el mundo lo que la equidad recla-
        ma, y que en cambio no reclamen de nadie lo que en justicia les co-
        rresponde a ellos; que acepten las excusas que les den los extraños, y
       que, en cambio, ellos no se excusen jamás; que protejan a los otros,
       sin pedirles a cambio protección; que traten a las gentes con miseri-
        cordia y caridad.
          Por lo que toca a las relaciones entre ellos, aconséjense unos a
       otros, préstense mutuo apoyo y repréndanse; que ninguno permita a
       su compañero cosas que la regla prohiba, a no ser [100] que se trate
        de un superior, pues en tal caso es preciso aceptar como bueno lo que
        haga, ya que ahora hablamos sólo de las relaciones entre los igua-
       les; que no haya entre la comunidad odios, enemistades ni envidias por
       causa de los dones divinos, pues en este género de vida no debe ha-
       ber quien diga "mío" ni "para mí", ni "cosa mía, sandalia mía, hábi-
       to mío", ya que todos son iguales en lo que toca a la propiedad de las
       cosas que Dios les envía, sin que el uno tenga la propiedad con ex-
       clusión de su compañero.
          Exige también su regla que abandonen la compañía, trato y her-
       mandad de las mujeres. Deben asimismo evitar la compañía y conver-
       sación de los jóvenes. Tampoco deben practicar el ejercicio del canto
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