Page 492 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 492

Naturaleza, principio y fin del amor  481
        entre el amante y el amado, la cual relación consista en esa señal que
        [hemos dicho] arrastra al amante a buscar su unión con el amado.
          Nosotros afirmamos que  el amor es una propiedad esencial  del
        amante. Y si se nos objeta que cómo es que se la ve cesar, respondere-
        mos que es imposible que cese, a no ser cuando cese de existir  el
        amante; y como  el amante no cesa de existir, tampoco .el amor. Lo
        único que se concibe que cese es su adhesión a un determinado ob-
       jeto amado: puede cesar,  sí, esa determinada adhesión, y en con-
       secuencia puede cesar en  el amante aquella señal [que le empujaba]
       hacia aquel amado en concreto, y entonces se adherirá a otro ama-
       do, puesto que dicha señal reside en muchos seres amables. De modo
       que  la inclinación del amante hacia un amado particular se rompe;
       pero considerada en  sí misma,  la  inclinación  subsiste, puesto que
       se identifica con la realidad misma del amante, la cual es imposible
       que cese de existir. Luego el amor es el mismo amante, no una cualidad
       accidental que en él resida, la cual pueda ser suprimida y eliminado su
       influjo. La adhesión (1) es, sí, la relación entre el amante y el amado;
       pero el amor es el mismo amante, no algo distinto. Atribuye el amor a
       quien quieras, sea a un ser eterno, sea a un ser temporal: jamás será
       el amor otra cosa, que el amante mismo.
          Luego sólo dos cosas existen en la realidad: el amante y el amado.
       Y téngase en cuenta que el amado ha de ser siempre, por su natural
       condición, algo que no existe y que se quiera hacerlo existir o, mejor
       dicho, hacer que acaezca en algo existente. La inclinación de la volun-
       tad del amante tiende hacia aquel ser real, que ha de recibir en sí la
       existencia de lo amado o el acaecimiento de ello y no la existencia, cuan-
       do a lo amado no puede atribuírsele la existencia pero sí el acaecimien-
       to. Ejemplo de esto: que ame el hombre el no-ser de una cosa real,
       por razón del daño que a él  le produce esa cosa real, v.  gr., el dolor
       físico, que es una cosa bien real en el sujeto que lo sufre, el cual, por

         (1)  La oscuridad que se advierte en este pasaje me hace sospechar que  el
       texto tenga alguna incorrección, debida a haber confundido  los editores  del
       Cairo las palabras árabes alama (señal) y alaca (adhesión) que tantas veces
       se repiten en estas líneas.
                                                  31
   487   488   489   490   491   492   493   494   495   496   497