Page 494 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Esencia del amor espiritual  483
       mente en este sentido puede decirse que lo amado sea un ser real: no
       porque este ser real mismo sea el amado, sino porque el amado no exis-
       te sino en él; si, pues, dicho ser real está dotado de voluntad, cabrá que
       el amante lo ame por él y no por sí mismo; en cambio, si no goza de vo-
       luntad, entonces  el amante no lo amará sino por  sí mismo, es decir,
       por el amante y no por su amado, ya que de éste no puede en tal caso
       afirmarse que tenga amor ni propósito alguno. Sin embargo, el ser real
       en el cual el amado existe, ése sí que puede estar dotado de voluntad,
       y entonces aparece ya claro al amante que puede amar  lo que ame
       aquel ser real; entonces ya cabe también que el amante lo ame por él y
       no por sí mismo, pero será de una manera secundaria. Esto es lo que el
       amor exige;  el amante no busca esencialmente, sino la unión con su
       amado, después de buscar la existencia de éste, pues la existencia del
       amado es forzosamente lo mismo que la unión del amante con él.
          De modo que cuando lo amado (que es algo que no existe) tenga
       que realizarse en un sujeto que no posea voluntad, entonces no puede
       decirse que el amante lo ame por él, sino por sí mismo, como sucede
       en  el amor físico. Y, en cambio,  si lo amado no puede realizarse más
       que en un sujeto dotado de voluntad, como, v. g., Dios, o una joven, o
       un muchacho, entonces [440] ya cabe que el amante ame lo que ama
       ese sujeto, en  el cual se ha de realizar  el objeto de su amor. Mas  si
       ocurriese que el amante no quisiera lo que ema ese sujeto, quedaría el
       amante en su condición original, es decir, como antes, cuando dijimos
       que quería sólo el objeto de su amor, porque éste carecía de voluntad.
       No es, por tanto, necesario que haya de amar  el amante aquello que
       ame el sujeto ese, el cual no ama lo que ama este amante, pues dicho
       sujeto no es el objeto mismo de su amor: dicho sujeto es tan sólo el
       lugar en que  el amante quiere que se realice lo que  él ama, pero sin
       que  le sea posible realizarlo en dicho lugar o sujeto, salvo los casos
       en que esta realización depende del amante, lo cual no ocurrirá jamás,
       si lo amado es de tal naturaleza que no quepa realizarlo en un sujeto.
       Cabe, sin embargo, aun en estos casos, que el amante obtenga de Dios
       una ayuda sobrenatural que le permita realizar o crear, como Jesús y
       otros siervos de Dios, a quienes Jes fué otorgada tal gracia. Entonces
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