Page 498 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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                       El amor físico en Dios      487
          Este es el término del amor espiritual en la forma física, y a ese
        término me referí yo en  el poema del principio de este capítulo  al
       decir  ( 1 )
                    El  fin del amor del hombre
                    Es unirse con quien ama:
                    Unión de cuerpo con cuerpo,
                    Unión de alma con alma.
          Después de esto, volviendo a hablar del amor físico, diremos que
       este amor es  el amor universal, puesto que todos los fenómenos del
       amor, que hemos estudiado hasta aquí en los varios sujetos a los cua-
       les cabe atribuir esta afección, todos toman formas físicas, más o me-
       nos, según lo permite la esencia de cada sujeto. De modo que todos
       estes sujetos son afectados por aquellos fenómenos que son propios de
       ia forma física (cuerpo), es a saber: la emoción, el ansia, el deseo ve-
       hemente y continuado de encontrar al amado, de verlo y de unirse con
       él. Sobre esto pueden citarse muchos textos revelados, a los cuales es
       preciso dar fe, porque constan por tradición auténtica, como es aquel
       de! Profeta, en que dice: "Dios desea encontrar a quien desea encon-
       trar a Dios" (2). Ahora bien,  el Profeta dice esto, a pesar de que el
       hombre no deja de ser visto por Dios  ni un solo momento; es más:
       no puede dejar de ser visto por Dios, porque Dios está presente en todo
       y observando todo lo que existe. Y, esto no obstante, habla el Profeta
       de encuentro, respecto de Dios y respecto del hombre. Y también atri-
       buye a Dios  el Profeta amor ardiente hacia sus siervos, diciendo de
       El que la penitencia de uno de sus siervos le produce un amor y una
       alegría más grande, que la que experimenta aquel que, habiendo per-
       tema repetidas veces en sus opúsculos místicos Mixcat y Mácsad, a fin de evitar
       toda exéresis panteísta en ese y otros textos de carácter erótico. Cfr. Asín, El
       justo medio en la creencia, 458.
         (1)  Refiérese Abenarabi a uno de los fragmentos de sus poemas, que inser-
       ta al principio del capitulo CLXXIII, y que he suprimido en esta versión. Cfr. Fo-
       tuhat,  II, 422.
         (2)  Esta tradición de Mahoma está inspirada, al parecer, en Prov., VIII, 17:
       "Ego diligentes me diligo."
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