Page 522 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Cualidades del que ama a Dios  511
          Ignora que él es amante; aunque sus deseos son muchos, no sabe a
       quién desea; aunque se emociona intensamente, ignora por qué; y es
       que no percibe de una manera distinta a su Amado.
         "Porque la misma excesiva proximidad [con que a El está unido] es
       un velo [que lo oculta a sus miradas]. De modo que él experimenta en
       sí las huellas del amor; pero como la forma de su Amado domina a su
       imaginación, él se siente revestido interiormente de dicha forma; quiere
       buscarlo fuera de sí, y no encuentra realidad alguna objetiva que corres-
       ponda a ella y a la cual pueda abrazar, porque lo grosero de lo objetivo
       y exterior no se parece a la delicadeza de lo que dentro de sí el amante
       contempla, es decir, de la idea que él se ha formado de su Amado, subli-
       mándolo dentro de sí mismo. Esta idea es la que le turba y le inquieta,
       porque ignora que el Amado está en  él y que no busca al Amado, sino
       con el Amado; [y lo ignora, porque]  el Amado es lo sutil que se escapa
       a la penetración de los sentidos. Por eso, habla y no entiende lo mismo
       que él habla. Y eso, tanto cuando exclama: "Mi corazón está en mi Ama-
       do; perdióse mi corazón; ¿dónde lo buscaré? ¡No veo dónde mi cuerpo
       habita!", que cuando exclama: "Mi Amado está en mi corazón." No sabe
       cuál de ambos estados es el más conforme a la realidad, ni cuál de am-
       bos atributos  le compete mejor. [De aquí que  el amante]  concilie los
                                               a
       contrarios: "El Amado está en mí y no está en mí."  (II, 477,  1.  9." inf.)
          Una de las historias más delicadas que yo he aprendido acerca del
        éxtasis del que ama a Dios, es la de uno que entró a casa de un maes-
        tro espiritual, el cual  le empezó a hablar del amor, y  [a medida que
        le oía], iba enflaqueciendo, fundiéndose, licuándose en sudor, hasta
        que su cuerpo todo se deshizo, convirtiéndose en un charco de agua
        líquida sobre el suelo. Entró a buscarlo un amigo suyo, y no viendo a
        nadie en compañía del maestro, dijo a éste: "¿Dónde está fulano?"
        Respondióle: "Esto es  él", y señaló  el agua, explicándole lo que  le

        El amor domina demasiado con su violencia al corazón, para que se crea que
                        el velo influya en  él.
        Cuando  el secreto [de amor]  del varón precavido se hace público, no se hace
                  público sin que ya esté vencido el joven.
        Ciertamente yo envidio al apasionado tan cauto, que ni los ojos ni los corazones
                     de los demás sospechan de él."
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