Page 204 - Drácula
P. 204

Drácula de Bram Stoker


                         Mi pobre amado estaba evidentemente aterrorizado por
                  algo; muy aterrorizado.
                         Creo en verdad que si no me hubiese tenido a mí para
                  apoyarse y para que lo sujetara, se habría desplomado. Se man
                  tuvo mirando fijamente con asombro; un hombre salió de la tien
                  da con un pequeño paquete y se lo dio a la dama, quien enton
                  ces reanudó su caminata. El hombre misterioso mantuvo sus
                  ojos fijos en la bella dama, y cuando el carruaje se alejó por
                  Piccadilly él siguió enla misma dirección, y alquiló un cabriolé.
                         Jonathan lo siguió con la mirada, y dijo, como para sí
                  mismo:

                         —Creo que es el conde, pero ha rejuvenecido mucho.
                  ¡Dios mío! ¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío! ¡Si yo supiera, si yo supie
                  ra!
                         Estaba tan nervioso que yo temí hacerle daño al hacerle
                  preguntas, por lo que guardé silencio. Muy suavemente lo co
                  mencé a alejar del lugar, y él, asido a mi brazo, me siguió con
                  facilidad. Caminamos un poco más y luego nos sentamos un
                  rato en el Green Park. Era un día caluroso para ser otoño, y
                  había un asiento bastante cómodo en un lugar sombreado. Des
                  pués de mirar unos minutos fijamente al vacío, Jonathan cerró
                  los ojos y rápidamente se sumió en un sueño, con la cabeza
                  apoyada en mi hombro.
                         Pensé que era lo mejor para él, y no lo desperté. Como
                  a los veinte minutos despertó, y me dijo bastante alegre:

                         —¡Pero, Mina, me he quedado dormido! ¡Oh, perdó
                  name por ser tan desatento! Ven; nos tomaremos una taza de té
                  en cualquier parte.
                         Evidentemente había olvidado todo lo relacionado con el
                  extraño forastero, de la misma manera que durante su enferme
                  dad había olvidado todo aquello que este episodio le había re
                  cordado nuevamente. No me gustan estos ataques de amnesia;
                  puede causarle o prolongarle algún mal cerebral. Pero no debo
                  preguntárselo, por temor a causarle más daño que bien; sin em
                  bargo, debo de alguna manera conocer los hechos de su viaje al
                  extranjero. Temo que ha llegado la hora en que debo abrir aquel
                  paquete y saberlo que contiene. ¡Oh, Jonathan, tú me perdona
                  rás, lo sé, si hago mal, pero es por tu propio y sagrado bien!






                                             203
   199   200   201   202   203   204   205   206   207   208   209