Page 223 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —Y ahora —dijo él—, ¿podría pedirle un poco de ayuda
                  más? Tengo que llevar a cabo una gran tarea, y al principio debo
                  saber algo más. En eso me puede ayudar usted. ¿Puede usted
                  decirme qué pasó antes de irse usted a Transilvania? Más tarde
                  puede ser que le pida más ayuda, de diferente índole; pero de
                  momento con esto bastará.
                         —Mire, un momento, señor —le dije—, ¿lo que usted
                  tiene que hacer está relacionado con el conde?
                         —Lo está —me dijo solemnemente.

                         —Entonces estoy con usted en cuerpo y alma. Como va
                  a partir en el tren de las 10: 30 no tendrá usted tiempo para leer
                  los, pero le traeré el rollo de papeles. Puede llevárselos y leerlos
                  en el tren durante el viaje.
                         Después del desayuno lo acompañé a la estación.
                  Cuando nos estábamos despidiendo, dijo:

                         —Tal vez vendrá usted a la ciudad cuando yo lo llame, y
                  traiga también a la señora Mina.
                         —Ambos llegaremos cuando usted nos lo pida.
                         Yo le había comprado los periódicos de la mañana y los
                  periódicos de Londres de la noche anterior, mientras hablába
                  mos por la ventanilla del coche, esperando que el tren partiera;
                  él comenzó a hojearlos. Sus ojos parecieron repentinamente
                  captar algo en uno de ellos: La Gaceta de Westminster; yo lo
                  reconocí por el color, y se puso bastante pálido. Leyó algo inten
                  samente murmurando para sí mismo: "¡Mein Gott! ¡Mein Gott!
                  ¡Tan pronto! ¡Tan pronto!" No creo que se acordase de mí en
                  esos momentos. En esos mismos instantes sonó el silbato y el
                  tren arrancó. Esto pareció volverlo en sí, y se inclinó por la ven
                  tanilla agitando su mano y gritando: "Recuerdos a la señora Mi
                  na; escribiré tan pronto como me sea posible."
                                  Del diario del doctor Seward


                         26 de septiembre. Verdaderamente no hay cosa que sea
                  definitiva. No ha pasado una semana desde que dije "Finis", y
                  aquí estoy comenzando de nuevo, o más bien, continuando mi
                  antiguo registro. Hasta esta tarde no tenía ningún motivo para
                  pensar en lo que estoy haciendo. Renfield se había vuelto, con
                  tra todos los pronósticos, tan cuerdo como siempre. Ya estaba
                  muy adelantado en su negocio de las moscas, y había comen




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