Page 226 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker
Entonces, amigo John, debo deducir que usted simplemente
acepta los hechos, y se satisface en dejar completamente en
blanco desde la premisa hasta la conclusión. ¿No? Entonces,
dígame, pues soy un estudioso del cerebro, ¿cómo acepta usted
el hipnotismo y rechaza la lectura del pensamiento? Permítame
decirle, mi amigo, que hay actualmente cosas en las ciencias
físicas que hubieran sido consideradas impías por el mismo
hombre que descubrió la electricidad, quien a su vez no hace
mucho tiempo habría podido ser quemado por hechicero. Siem
pre hay misterios en la vida. ¿Por qué vivió Matusalén novecien
tos años, y el "Old Parr" ciento sesenta y nueve, y sin embargo
esa pobre Lucy, con la sangre de cuatro hombres corriéndole en
las venas no pudo vivir ni un día? Pues, si hubiera vivido un día
más, la habríamos podido salvar. ¿Conoce usted todos los mis
terios de la vida y de la muerte? ¿Conoce usted toda la anato
mía comparada para poder decir por qué las cualidades de los
brutos se encuentran en algunos hombres, y en otros no? ¡Pue
de usted decirme porqué, si todas las arañas se mueren peque
ñas y rápidamente, por qué esa gran araña vivió durante siglos
en la torre de una vieja iglesia española, y creció, hasta que al
descender se podía beber el aceite de todas las lámparas de la
iglesia? ¿Puede usted decirme por qué en las pampas, ¡oh!, y en
muchos otros lugares, existen murciélagos que vienen durante la
noche y abren las venas del ganado y los caballos para chupar
los y secarles las venas? ¿Cómo en algunas islas de los mares
occidentales hay murciélagos que cuelgan todo el día de los
árboles, y que los que los han visto los describen como nueces o
vainas gigantescas, y que cuando los marinos duermen sobre
cubierta, debido a que está muy caliente, vuelan sobre ellos y
entonces en la mañana se encuentran sus cadáveres, tan blan
cos como el de la señorita Lucy?
—¡Santo Dios, profesor! —dije yo, poniéndome en pie—.
¿Quiere usted decirme que Lucy fue mordida por un murciélago
de esos, y que una cosa semejante a ésa está aquí en Londres,
en el siglo XIX?
Movió la mano, pidiéndome silencio, y continuó:
—¿Puede usted decirme por qué una tortuga vive mu
cho más tiempo que muchas generaciones de hombres? ¿Por
qué el elefante sigue viviendo hasta que ha visto dinastías, y por
qué el loro nunca muere si no es de la mordedura de un gato o
un perro, u otro accidente? ¿Puede usted decirme por qué en
todas las edades y lugares los hombres creen que hay unos
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