Page 230 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —La lógica es simple, aunque esta vez no es lógica de
                  loco, saltando de un montecillo a otro en un pantano con niebla.
                  Si no es verdad, la prueba será un alivio; en el peor de los ca
                  sos, no hará ningún daño. ¡Si es verdad...! ¡Ah!, ahí está la ame
                  naza. Sin embargo, cada amenaza debe ayudar a mi causa,
                  pues en ella hay necesidad de creer. Venga; le digo lo que me
                  propongo: primero, salimos ahora mismo y vamos a ver al niño
                  al hospital. El doctor Vincent, del Hospital del Norte, donde el
                                                            amigomío,
                  periódico dice que se encuentra el niño, es un      y creo
                  que de usted también, ya que estudió con él en Ámsterdam.
                  Permitirá que dos científicos vean su caso, si no quiere que lo
                  hagan dos amigos. No le diremos nada, sino sólo que deseamos
                  aprender. Y entonces...
                         —¿Y entonces?
                         Sacó una llave de su bolsillo y la sostuvo ante mí.
                         —Entonces, pasamos la noche, usted y yo, en el cemen
                  terio donde yace Lucy. Esta es la llave que cierra su tumba. Me
                  la dio el hombre que hizo el féretro, para que se la diera a Arthur.
                         Mi corazón se encogió cuando sentí que una horrorosa
                  aventura parecía estar ante nosotros. Sin embargo, no podía
                  hacer nada, así es que hice de tripas corazón y dije que sería
                  mejor darnos prisa, ya que la tarde estaba pasando...
                         Encontramos despierto al niño. Había dormido y había
                  comido algo, y en conjunto iba mejorando notablemente. El doc
                  tor Vincent retiró la venda de su garganta y nos mostró los pun
                  tos. No había ninguna duda con su parecido de aquellos que
                  habían estado en la garganta de Lucy. Eran más pequeños, y los
                  bordes parecían más frescos; eso era todo. Le preguntamos a
                  Vincent a qué los atribuía, y él replicó que debían ser mordiscos
                  de algún animal; tal vez de una rata; pero se inclinaba a pensar
                  que era uno de uno de esos murciélagos que eran tan numero
                  sos en las alturas del norte de Londres.
                         —Entre tantos inofensivos —dijo él—, puede haber al
                  guna especie salvaje del sur de algunos tipos más malignos.
                  Algún marinero pudo haberlo llevado a su casa, y puede habér
                  sele escapado; o incluso algún polluelo puede haberse salido de
                  los jardines zoológicos, o alguno de los de ahí puede haber sido
                  creado por un vampiro. Estas cosas suceden; ¿saben ustedes?,
                  hace sólo diez días se escapó un lobo, y creo que lo siguieron
                  en esta dirección. Durante una semana después de eso, los
                  niños no hicieron más que jugar a "Caperucita Roja" en el Brezal



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